20 diciembre 2024

EL PODER QUE EJERCEN LOS TIRANOS SOBRE NOSOTROS RADICA ÚNICA Y EXCLUSIVAMENTE EN NUESTRO MIEDO

En la era de la digitalización nuestra mente ha sido colonizada; es lo que se denomina vulgarmente “lavado de cerebro”. Este “lavado de cerebro” ha permitido que, mediante la estrategia del miedo, en los últimos años se haya llevado a cabo la operación psicológica más importante de la historia de la humanidad, logrando una sumisión total de la población como jamás antes se había producido.

La información, la contra información, la desinformación y la mentira están a la orden del día y circulan por todos los medios de comunicación la velocidad de la luz. Sin embargo, el grado de credulidad del “populacho” es brutal, dado que el miedo instalado en su cerebro no le permite cuestionarse nada bajo el temor de ser sancionado, discriminado o apartado del rebaño. Pues bien. Todo esto se ha conseguido mediante un aparatito llamado televisor o, como a mí me gusta denominarlo, la “máquina del miedo”.

La televisión nos ha enseñado (ordenado) que nadie debe osar cuestionar, y mucho menos rebatir, el relato oficial que nos proporciona. Por lo tanto, eso que antes era de lo más normal, como discutir o cambiar opiniones en una reunión familiar o con amigos en un bar, hoy en día está muy mal visto y no tardando mucho estará prácticamente prohibido.

Utilizando la estrategia del miedo, la burda propaganda malintencionada emitida por la televisión ha conseguido en pocas décadas lo que no había sido posible en ninguna otra época de nuestra historia: tener acojonada constantemente a la población.

El miedo es la emoción negativa más perjudicial del ser humano y viceversa. Es decir, que el miedo puede destruirte o salvarte. Pero cuando el miedo se mantiene prolongado en el tiempo genera angustia y esta es incompatible con la propia vida.

La angustia es eso que sentimos -sin saber por qué- que hace que vivamos permanentemente en un estado confuso e inseguro, consiguiendo que nuestras emociones, pensamientos y actuaciones, en general, se vean afectadas negativamente.

Hay dos clases de miedo: el real y el infundado. El real (el único que existe), es el miedo a algo concreto que está ocurriendo, por ejemplo, estar en medio de un incendio. Y el infundado, es aquel que, como su propio nombre indica, no tiene fundamento y solo existe en nuestra mente: miedo a una posible guerra o al qué dirán los demás ante una determinada actuación nuestra.

Cuando decimos que el miedo nos bloquea, nos estamos refiriendo al infundado, al irracional; el que degenera en angustia. Sin embargo, el real -que podríamos denominar “miedo bueno”-, nos pone en guardia y, por lo general, nos salva de situaciones comprometidas.

Dicho esto, toda la propaganda emitida en los medios de comunicación va encaminada a promover el miedo irracional e infundado.

Como estamos viendo, otra vez “la masa” –esa que se creyó que un virus volador maligno acabaría con su vida y que poniéndose un puto trapo en la boca y una pócima en el brazo regresaría a la normalidad- vuelve a tragarse que el “cambio climático” es el culpable de la catástrofe en el Levante español.

La televisión no hace otra cosa que hablar del “cambio climático”. No hay noticiero ni programa de televisión que no achaque cualquier desastre al “cambio climático” y tilde de “negacioncita” a todo aquel que se niegue a reconocer tan estúpida idea.

Evidentemente, el “populacho” ha dado por sentado –porque así se lo ha dicho la televisión- que el “cambio climático” es la mayor amenaza que se cierne sobre la humanidad.  Sin embargo, no existe hoy en día una mentira más absurda.

Luego están los autollamados “disidentes”, que achacan todos los males a la mala gestión de nuestros políticos. Y, aunque no les falta razón, no es exactamente así. Porque, vamos a ver. ¿De verdad crees que nuestro Presidente de Gobierno es imbécil y no hace los deberes? ¿Crees que no sabe lo que hace? Pues claro que lo sabe.

Los gobiernos no son estúpidos y hacen muy bien su trabajo. El problema es que lo hacen para otros y no para nosotros. Nos amenazan constantemente con crisis económicas, falsas pandemias, “cambio climático”, etc., que solo se sostienen en los medios de comunicación comprados y en las mentes de las personas miedosas que consumen masivamente la propaganda tóxica de la televisión.

Todo aquel que no esté ciego se habrá dado cuenta de que nuestras sociedades democráticas son un engaño y están a merced de individuos sin escrúpulos. Por lo tanto, si algún día se llevara a cabo la eliminación de esa élite de maniacos, y sus correligionarios, no te quepa la menor duda de que todos esos desastres (crisis económicas, pandemias, “calentamiento global”, atentados terroristas, guerras, etc.) se acabarían de inmediato. Entonces ese miedo infundado desaparecería y la gente ya no tendría que renunciar a su libertad a cambio de una falsa promesa de seguridad.

Siempre he mantenido que un cambio de paradigma es inevitable si no queremos ir hacia nuestra propia autodestrucción. Pero ese cambio debe salir de un consenso entre toda la humanidad, y no permitir que sean unos pocos “tíos listos” los que decidan que es o que no es bueno para nosotros. Porque eso es precisamente lo que están haciendo con su burda y engañosa Agenda 2030, impulsada a través del miedo.

Evidentemente, para mejorar el paradigma actual es fundamental acabar con la partitocracia y esas instituciones supranacionales como la OMS, la ONU, el FEM, el BPI, el BM, el FMI, el Consejo de Relaciones Exteriores, el Club Bilderberg y Fundaciones y ONGs varias, todas en manos de los “tíos listos”.

¿Difícil? No, lo siguiente. Y es difícil, porque nuestro miedo nos hace preferir lo malo conocido que lo bueno por conocer. Así que mientras sigamos teniendo miedo –y al cambio de paradigma no es que le tengamos miedo, sino pánico- los “tíos listos” tienen su éxito asegurado.

Séneca le dijo a Nerón: “Tu poder radica en mi miedo; ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder sobre mí”. Pues eso. 

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