20 febrero 2025

EL INCREÍBLE MERCADO FRAUDULENTO DE LOS “CRÉDITOS DE CARBONO”

En los últimos años estamos viendo cosas inverosímiles como, por ejemplo, que se les pague a los agricultores por no cultivar e incluso por destruir cultivos. Evidentemente, a cualquiera que tenga dos dedos de frente le parecerá totalmente absurdo que a los agricultores se les pague por no cultivar. Sin embargo, detrás de esto hay una explicación; bueno, mejor dicho un gran negocio.

La última ocurrencia de los “tíos listos” -que además sirve para todo- es convertir el “cambio climático” en un suculento negocio. Y una parte de ese negocio ha sido el imponer una agricultura de “créditos de carbono”, que ya que se está implementando al unísono en todo el mundo.

La agricultura de “créditos de carbono” se basa en que los agricultores pueden ganar dinero si participan en la captura de carbono. O sea, recibir un pago por contribuir a reducir su “huella de carbono”.

En primer lugar, los administradores de “créditos de carbono” deben recoger muestras del suelo de las tierras del agricultor y determinar la cantidad de carbono presente en ellas. Una vez que se determina que el agricultor ha capturado suficiente carbono es cuando se emiten los “créditos de carbono”.

Lo lógico es pensar que ahora el agricultor recibe el pago. Pero no, ya que esos créditos no van directamente al agricultor, sino que deben cotizar en el mercado de “créditos de carbono”.

Y aquí es donde entra en juego el colmo de la desfachatez, ya que una vez los créditos son adquiridos por empresas o gobiernos, se pueden canjear por la capacidad de contaminar (sí, has leído bien). Es de locos, ¿verdad? Es lo mismo que adquirir una licencia para matar: la ley prohíbe que mates pero si pagas puedes hacerlo. Sólo después de cumplir con este protocolo es cuando el agricultor recibe un porcentaje de los ingresos generados por la venta de los créditos.

Pero el negocio del carbono no sólo se aplica a la agricultura, sino a cualquier industria o actividad humana que genere dióxido de carbono u otros gases de efecto invernadero.

Veamos cómo funciona:

El “comercio de carbono” permite a las empresas, organizaciones o incluso naciones enteras comprar y vender “créditos de carbono” con los que, supuestamente, se va a reducir el dióxido de carbono y los gases de efecto invernadero generados por la actividad humana.

Los “créditos de carbono” son una forma en que las empresas o individuos pueden reducir su impacto sobre el medio ambiente. En vez de fomentar la acción directa, un “crédito de carbono”, o compensación de carbono, permite la compra de los ahorros de carbono acumulado de otras empresas de desarrollo de carbono. Y aunque la compra de “créditos de carbono” podría no reducir directamente la “huella de carbono” personal, ellos dicen que sí puede fomentar de alguna manera a que las empresas sean más responsables. ¡Claro! ¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido? (es ironía)

Por otra parte, vender “créditos de carbono” a grandes compañías, que producen un gran volumen de polución, puede ser una manera lucrativa para que las pequeñas empresas generen ingresos (o sea, que el sacrificio que unos hacen para “salvar el planeta” pueden no hacerlo otros a cambio de unos cuantos dólares). ¡Increíble!

Los negocios involucrados en reducir las emisiones de carbono, o quienes producen bajas emisiones en general, pueden vender créditos en los mercados voluntarios de carbono o los mercados obligatorios, donde participan gobiernos, multinacionales y entidades financieras (menudos tres garantes de honestidad y honradez).

Los negocios que pueden vender “créditos de carbono” son: granjas, explotaciones agrícolas, empresas madereras, empresas de energía solar y cualquier compañía o empresa que produzca emisiones de carbono bajas o nulas.

El enorme negocio de los “créditos de carbono” depende en gran medida de cómo se gestionan y reglamentan estos créditos. Oficialmente, estos créditos se utilizan para compensar las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, permitiendo que las empresas o individuos financien proyectos que capturen o reduzcan las emisiones en otros lugares.

Sin embargo, nada de esto está garantizado, ya que la efectividad del programa de “créditos de carbono” deja mucho que desear y no cumple con las promesas de reducción de emisiones. En definitiva, son una forma de "lavado verde", donde las empresas pagan para compensar sus emisiones sin tener que hacer cambios reales.

Resumiendo. Los “créditos de carbono” son inherentemente fraudulentos; o lo que es lo mismo, otro ocurrente invento más de los “tíos listos” para estafar a millones de tontos.

Por desgracia, el mundo está lleno de fraudes como este. ¿Pero qué podemos esperar de una sociedad en manos de una élite mafiosa sin escrúpulos? Esta élite nos manipula a través del engaño y el miedo y basa su poder en una sola cosa: la ignorancia colectiva.

Y es que el “populacho” no es más que eso: una masa ignorante dispuesta a dejarse guiar por quienes ellos creen que saben. Por muchas evidencias y hechos que demuestren lo contrario, prefiere la supuesta seguridad que le brinda este corrupto sistema que luchar por su dignidad y verdadera libertad.

Después de décadas de pasividad y sumisión, no es de extrañar que negocios tan fraudulentos y lucrativos como el de los “créditos de carbono” hayan proliferado como setas por todo el mundo.

Evidentemente, para los “tíos listos” estos negocios no son sólo una forma de hacer dinero, que también, sino que se han convertido, además, en una herramienta para despojar de sus riquezas y manejar a su antojo al “populacho”. A mi modo de ver, creo que disfrutan viendo a los pobres idiotas someterse voluntariamente a cualquier estupidez con tal de estar dentro de los límites de lo “políticamente correcto”.

¡Es patético! ¿Verdad? Pero me temo que no hay manera de cambiarlo. 

10 febrero 2025

EL FEM Y SU OBSESIÓN DE TRANSFORMAR EL MUNDO

Durante los días 20 al 24 de enero de 2025, se celebró la 55ª reunión anual del Foro Económico Mundial (FEM) bajo el lema “Colaboración para la era inteligente”.

Como cada año, se elaboró una agenda para tratar diferentes temas. Este año se hablo de mejorar las condiciones de vida a través del estímulo, de la urgente necesidad de impulsar una transición energética justa e inclusiva y de fomentar el diálogo para evitar una era de la fragmentación y confrontación. Naturalmente, no se olvidaron del “cambio climático” y la inteligencia artificial (IA).

Las conferencias se han organizado en base a cinco temas diferentes: “reconstruir la confianza”; “reorganizar el crecimiento”; “invertir en las personas”; “proteger el planeta”; “la industria en la era inteligente”.

Cada uno de estos temas ha sido expuesto y desarrollado por “expertos” en la materia, marcando los pasos a seguir por la sociedad para, según el FEM, continuar prosperando, siempre desde un enfoque tecnológico y con la mirada puesta en el futuro.

Para “reconstruir la confianza”, el FEM propone encontrar nuevas formas de colaboración en la búsqueda de soluciones. Esas soluciones pasan por enfrentarse a la desinformación. Lo que traducido al román paladino significa una censura en todos los ámbitos, donde solo exista una verdad, la suya.

Respecto a “reorganizar el crecimiento”, se planteó la reorganización monetaria y fiscal global actual. Evidentemente, se trata de impulsar el “Gran Reinicio” y las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC).

En el terreno de lo social hablaron de “invertir en las personas”, impulsando todas esas nuevas ideologías que están surgiendo como setas por todas partes. En esta sección fueron protagonistas palabras tan de moda como diversidad, equidad e inclusión. También afrontaron el ámbito de la salud, para dar un impulso a las nuevas terapias génicas en forma de vacunas u otras modalidades.

En el apartado “proteger el planeta”, hicieron hincapié en la necesidad de más donaciones provenientes de la filantropía. El discurso estuvo ligado al de la COP29, consolidada como la “COP de las finanzas”. Evidentemente, al seguir con su obsesión de llegar a “emisiones cero”, propusieron alinear, según ellos, los tres mercados de la naturaleza: créditos de carbono, biodiversidad y agua. Por supuesto, no se olvidaron de amenazar al mundo: “si no se cumplen con los objetivos de la Agenda 2030, pronosticaron que la mitad de la población se encontrará con falta de disponibilidad de agua dulce en una región específica”. Toda una declaración de intenciones, si no nos sometemos a la “agenda verde” para mitigar el “cambio climático”.

En lo referente a la “industria en la era inteligente”, hablaron de cambiar el modelo de las empresas a través de todos los sectores. Abordaron cómo las industrias deben prepararse para los shocks tecnológicos. Y, naturalmente, la IA tuvo una especial mención a lo largo de las sesiones.

Para cerrar el certamen, el Presidente y CEO del Foro Económico Mundial, Borge Brende, resaltó que, pese a que el año no ha hecho más que comenzar, ya tenemos abundantes frentes abiertos que moldearán la situación económica, política y social de nuestro presente y futuro. Continuó diciendo que a través de la cooperación, la innovación y la tecnología nos podremos enfrentar a los retos que se presentan en nuestra senda, para que las ideas de hoy se conviertan en las soluciones del mañana.

Bueno, pues esto es, más o menos, un minúsculo resumen de lo tratado en la reunión de este año del FEM.

La conclusión que podríamos sacar es que la camarilla reunida en Davos, esa que representa a la élite multimillonaria globalista, está dando las directrices para transformar el mundo entero en una tecnocracia -basada en una vigilancia masiva sin precedentes- y dar paso a su Cuanta Revolución Industrial.

¿Pero qué revolución es esa? Evidentemente, una revolución de multimillonarios.

Estamos asistiendo a la revolución más extraña y engañosa de la historia de la humanidad. Se trata de una revolución de los ricos, hecha de una forma silenciosa que no requerirá efectuar un solo disparo.

La pretensión de la élite globalista es imponer al mundo toda una serie de tecnologías invasivas basadas en IA. Tanto las CBDC, la identidad digital, las ciudades inteligentes, el carnet de crédito social, la huella de carbono y la vigilancia intensiva de cada uno de nosotros las 24 horas del día los 7 días de la semana, cambiarán rotundamente la vida en el planeta y lo convertirán en una prisión digital sin rejas de la que será imposible escapar. 

Dado que los Estados-nación ya no existen (no hay país soberano), ningún gobierno se está resistiendo a los cambios profundos que se están produciendo. De hecho, los sistemas de vigilancia avanzan a un ritmo desenfrenado. Ahora todos somos blancos fáciles para ser monitoreados, etiquetados, investigados, censurados, acosados y manipulados.

Y hablando de inteligencia. ¿Verdaderamente es inteligente dejar nuestra sociedad en manos de unos psicópatas multimillonarios que sólo utilizan la tecnología para ejercer control y más control?

Pero lo más alarmante de esta revolución tecnológica es ver a muchos líderes en la materia preocupados por la naturaleza extremadamente peligrosa de la IA. Sin embargo, siguen avanzando a toda velocidad para implementarla.

Ya en 2018 Elon Musk advertía de los peligros de la IA: “cuando hay un dictador malvado, ese dictador es humano y va a morir. Pero la IA no morirá y vivirá para siempre. Entonces tendremos un dictador inmortal del que nunca podremos escapar”.

Nos estamos acercando al punto de no retorno; es lo que el FEM denomina “singularidad”. La pregunta es: ¿en ese punto la IA eclipsará por completo a sus desarrolladores y controladores y se hará todopoderosa? Algunos piensan que sí. De hecho, Elon Musk ha predicho que la “singularidad” podría suceder en 2026, mientras que el científico y desarrollador, Ray Kurzweil, augura que sucederá antes de 2045. También el famoso investigador, Geoffrey Hinton, ha afirmado que no es inconcebible que la IA pueda acabar algún día con la humanidad.

Y nosotros, ¿deberíamos preocuparnos? ¿Tenemos algo que decir al respecto? ¿O como siempre miraremos hacia otro lado y dejaremos que ocurra lo que tenga que ocurrir? 

EL INCREÍBLE MERCADO FRAUDULENTO DE LOS “CRÉDITOS DE CARBONO”

En los últimos años estamos viendo cosas inverosímiles como, por ejemplo, que se les pague a los agricultores por no cultivar e incluso por ...