28 febrero 2025

TECNOLOGÍA: UN PROCESO DE MANIPULACIÓN Y CONTROL QUE NOS ESTÁ VOLVIENDO MÁS IMBÉCILES CADA DÍA

La tecnología es una herramienta fantástica cuando está en manos de personas lúcidas, inteligentes y equilibradas; por cierto, de las que precisamente no abundan.

Uno de los grandes errores cometidos por la humanidad es haber dejado que la tecnología se haya adueñado de nuestras vidas, trastocando por completo las relaciones humanas y muy probablemente nuestra propia existencia. De hecho, hay una cosa clara: en el mundo actual ya no podemos ni sabemos vivir sin ella.

Estamos en pleno proceso de transición de una sociedad industrial hacia una sociedad tecnológica anclada a la inteligencia artificial (IA). En buena lógica, debería llevarnos hacia una sociedad más libres, justa y equilibrada. Pero, ¡qué va! Paradójicamente está sucediendo todo lo contrario.

¿Por qué digo esto? Pues porque la sociedad actual no está preparada para sacarle partido a las nuevas tecnologías. Esto es debido a que la inmensa mayoría de nosotros nos encontramos sumidos en un estado de letargo intelectual, inducido por la paupérrima educación que recibimos más la podredumbre que absorbemos diariamente de la todopoderosa industria “mass media” y las redes sociales.

Es evidente que los dueños del mundo no quieren una sociedad de individuos sabios, inteligentes y competentes. Eso va en contra de los propios fundamentos de la sociedad, ya que personas así no pueden ser manipuladas, explotadas y forzadas a vivir como autómatas.

Que no te engañen. Por razones obvias, Ninguna sociedad -ni capitalista ni comunista- te quiere libre. De hecho, en el momento en el que una persona tiene el valor de abandonar el pensamiento único y utilizar su propia inteligencia se vuelve peligrosa para el sistema y, sobre todo, para las personas que ostentan el poder. Por cierto, se les suele llamar disidentes o anti sistema.   

Pero ahora el poder ha encontrado la herramienta perfecta para hacerse definitivamente con el control absoluto del planeta: la tecnología.

No tengo nada en contra de la tecnología -al contrario, me apasiona- pero he de reconocer que las nuevas herramientas tecnológicas a nuestro alcance se han convirtiendo en “armas de destrucción masiva” que están acabando con nuestra inteligencia, capacidad de pensar y, en definitiva, con nuestra libertad.

Siento decirlo, pero estas nuevas tecnologías en vez de hacernos más listos nos están haciendo más tontos. Son una pesadilla, un monitoreo continuo de cada uno de nosotros disfrazado de progreso tecnológico que supuestamente está lleno de ventajas. Bajo mi punto de vista, ha homogeneizado a escala mundial la imbecilidad: un proceso enfermizo que se repite constantemente a todas las escalas. Y lo paradójico, es que somos nosotros mismos los que voluntariamente nos hemos encadenado a ellas.

La élite lleva mucho tiempo diciendo -porque está convencida de ello- que sobra el 80% de la población. Asegura que ese 80% hace mucho ruido, ensucia, contamina, deteriora el medio ambiente, es irrelevante y no aporta nada a la sociedad. Son simplemente un porcentaje de sumisos trabajadores-consumidores, sin talento, que ya no hacen ninguna falta. Así que piensan que el planeta estaría mejor sin ellos.

Y digo yo. Ante semejante disparate, provocación y amenaza ¿cuál ha sido la respuesta de la sociedad? Ninguna, ya que la sociedad está absolutamente aletargada y no tiene capacidad de reacción. Y no tiene capacidad de reacción, entre otras cosas, porque la cantidad de información que recibimos a través de estas tecnologías satura nuestro cerebro, a la hora de procesar y evaluar la información, y así no hay manera de sacar nada en claro. Por consiguiente, si no lo tenemos claro, ¿cómo vamos a tener capacidad de reacción?

Jamás en la historia de la humanidad hemos dispuesto de unas herramientas tecnológicas que pueden solucionar, de una vez por todas, problemas tales como el hambre y la pobreza, por poner sólo un ejemplo. Sin embargo, las personas preparadas que podrían sacarle partido a estas tecnologías sólo están interesadas en lucrarse; el resto, las utilizamos casi de una manera exclusiva para acentuar aún más nuestra imbecilidad (que es mucha) convirtiéndola en bandera de toda una sociedad.

Podríamos decir que hay dos tipos de tecnología: la que utilizamos nosotros y la que dispone la élite. Evidentemente, la tecnología que nosotros conocemos y manejamos nada tiene que ver con la tecnología que poseen y manejan ellos. La que utilizamos nosotros, es una tecnología que, amén de hacernos totalmente dependientes, está acabando con nuestra capacidad de pensar. La que poseen ellos está a otro nivel, y es la que se utiliza para vigilarnos, manipularnos, censurarnos, controlarnos y llevarnos poco a poco a ese mundo Orwelliano que tanto anhelan.

La pregunta es: ¿tenemos alguna posibilidad de librarnos de esta pesadilla?

Veamos. Hay un hecho incontestable: salvo las personas que trabajan en estos temas –para la élite, naturalmente- el resto somos muy ignorantes al respecto. Entonces, ¿cómo podemos combatir algo que ignoramos? No podemos, así de simple. Los únicos que pueden librarnos son estas personas. ¿Lo harán?

Bien es verdad que una cosa es no saber nada sobre IA y otra muy distinta aceptar voluntariamente las consecuencias inquisitorias para la humanidad. Me refiero a cosas como la monitorización y vigilancia constante de todos nosotros, un sistema monetario esclavo (CBDC) vinculado a un carnet de crédito social o la modificación genética (transhumanismo) mediante, por ejemplo, la vacunación masiva obligatoria.

Cada día es más evidente que la élite mafiosa que domina el mundo quiere encadenarnos para siempre a un sistema tecnológico-digital. Su imperio de mentiras y corrupción ya no se oculta. De por sí, el Foro de Davos ya nos ha anunciado que en el futuro tecnológico que nos tiene preparado dejaremos de comportarnos como seres humanos para convertirnos en “otra cosa”. Lo que no tengo claro es si esa “otra cosa” nos va a gustar.

El plan que la élite tiene programado es que la IA lo domine todo. Quiere una sociedad tecnocrática, donde algoritmos, satélites, robots, drones y centros de datos masivos vigilen y controlen a cada uno de nosotros las 24 horas del día los 365 días del año.

Para llevar a buen puerto su plan han vuelto a colocar en la Casa Blanca a su títere favorito para la ocasión, Donald Trump, quien a su vez ha puesto al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) a Elon Musk: un multimillonario que no ha pasado por ningún proceso electoral ni rinde cuentas ante nadie.

Elon Musk es uno de los líderes de los tecnócratas multimillonarios de Silicon Valley. Su paso por el Gobierno de EEUU tiene un solo objetivo: demoler las instituciones estadounidenses y rehacerlas de acuerdo con las políticas del Gran Reinicio del Foro Económico Mundial.

Durante la última década la IA se ha extendido a la ingeniería, la industria o la medicina, permitiendo optimizar ciertos aspectos de esos campos. La pregunta que se ha hecho la élite es la siguiente: si la IA ha podido llevar a cabo con precisión el funcionamiento de una fábrica, ¿por qué no puede hacer lo mismo con el cuerpo humano o incluso con la mente? Y en eso están.

Si no hay nadie que se lo impida -y parece que no lo hay- la IA hará realidad el delirante sueño húmedo de la élite de construir una “mente colmena” de toda la humanidad: el pensamiento único de todos nosotros que ellos podrán manejar y manipular a su antojo.

Por cierto, ¿algo de esto no está ocurriendo ya? Si no, ¿cómo explicar el éxito arrollador de la falsa pandemia y la falacia del cambio climático antropogénico?

Lo dicho. Bajo mi punto de vista, la tecnología nos está volviendo más imbéciles cada día. Y esto no ha hecho nada más que empezar. 

20 febrero 2025

EL INCREÍBLE MERCADO FRAUDULENTO DE LOS “CRÉDITOS DE CARBONO”

En los últimos años estamos viendo cosas inverosímiles como, por ejemplo, que se les pague a los agricultores por no cultivar e incluso por destruir cultivos. Evidentemente, a cualquiera que tenga dos dedos de frente le parecerá totalmente absurdo que a los agricultores se les pague por no cultivar. Sin embargo, detrás de esto hay una explicación; bueno, mejor dicho un gran negocio.

La última ocurrencia de los “tíos listos” -que además sirve para todo- es convertir el “cambio climático” en un suculento negocio. Y una parte de ese negocio ha sido el imponer una agricultura de “créditos de carbono”, que ya que se está implementando al unísono en todo el mundo.

La agricultura de “créditos de carbono” se basa en que los agricultores pueden ganar dinero si participan en la captura de carbono. O sea, recibir un pago por contribuir a reducir su “huella de carbono”.

En primer lugar, los administradores de “créditos de carbono” deben recoger muestras del suelo de las tierras del agricultor y determinar la cantidad de carbono presente en ellas. Una vez que se determina que el agricultor ha capturado suficiente carbono es cuando se emiten los “créditos de carbono”.

Lo lógico es pensar que ahora el agricultor recibe el pago. Pero no, ya que esos créditos no van directamente al agricultor, sino que deben cotizar en el mercado de “créditos de carbono”.

Y aquí es donde entra en juego el colmo de la desfachatez, ya que una vez los créditos son adquiridos por empresas o gobiernos, se pueden canjear por la capacidad de contaminar (sí, has leído bien). Es de locos, ¿verdad? Es lo mismo que adquirir una licencia para matar: la ley prohíbe que mates pero si pagas puedes hacerlo. Sólo después de cumplir con este protocolo es cuando el agricultor recibe un porcentaje de los ingresos generados por la venta de los créditos.

Pero el negocio del carbono no sólo se aplica a la agricultura, sino a cualquier industria o actividad humana que genere dióxido de carbono u otros gases de efecto invernadero.

Veamos cómo funciona:

El “comercio de carbono” permite a las empresas, organizaciones o incluso naciones enteras comprar y vender “créditos de carbono” con los que, supuestamente, se va a reducir el dióxido de carbono y los gases de efecto invernadero generados por la actividad humana.

Los “créditos de carbono” son una forma en que las empresas o individuos pueden reducir su impacto sobre el medio ambiente. En vez de fomentar la acción directa, un “crédito de carbono”, o compensación de carbono, permite la compra de los ahorros de carbono acumulado de otras empresas de desarrollo de carbono. Y aunque la compra de “créditos de carbono” podría no reducir directamente la “huella de carbono” personal, ellos dicen que sí puede fomentar de alguna manera a que las empresas sean más responsables. ¡Claro! ¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido? (es ironía)

Por otra parte, vender “créditos de carbono” a grandes compañías, que producen un gran volumen de polución, puede ser una manera lucrativa para que las pequeñas empresas generen ingresos (o sea, que el sacrificio que unos hacen para “salvar el planeta” pueden no hacerlo otros a cambio de unos cuantos dólares). ¡Increíble!

Los negocios involucrados en reducir las emisiones de carbono, o quienes producen bajas emisiones en general, pueden vender créditos en los mercados voluntarios de carbono o los mercados obligatorios, donde participan gobiernos, multinacionales y entidades financieras (menudos tres garantes de honestidad y honradez).

Los negocios que pueden vender “créditos de carbono” son: granjas, explotaciones agrícolas, empresas madereras, empresas de energía solar y cualquier compañía o empresa que produzca emisiones de carbono bajas o nulas.

El enorme negocio de los “créditos de carbono” depende en gran medida de cómo se gestionan y reglamentan estos créditos. Oficialmente, estos créditos se utilizan para compensar las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, permitiendo que las empresas o individuos financien proyectos que capturen o reduzcan las emisiones en otros lugares.

Sin embargo, nada de esto está garantizado, ya que la efectividad del programa de “créditos de carbono” deja mucho que desear y no cumple con las promesas de reducción de emisiones. En definitiva, son una forma de "lavado verde", donde las empresas pagan para compensar sus emisiones sin tener que hacer cambios reales.

Resumiendo. Los “créditos de carbono” son inherentemente fraudulentos; o lo que es lo mismo, otro ocurrente invento más de los “tíos listos” para estafar a millones de tontos.

Por desgracia, el mundo está lleno de fraudes como este. ¿Pero qué podemos esperar de una sociedad en manos de una élite mafiosa sin escrúpulos? Esta élite nos manipula a través del engaño y el miedo y basa su poder en una sola cosa: la ignorancia colectiva.

Y es que el “populacho” no es más que eso: una masa ignorante dispuesta a dejarse guiar por quienes ellos creen que saben. Por muchas evidencias y hechos que demuestren lo contrario, prefiere la supuesta seguridad que le brinda este corrupto sistema que luchar por su dignidad y verdadera libertad.

Después de décadas de pasividad y sumisión, no es de extrañar que negocios tan fraudulentos y lucrativos como el de los “créditos de carbono” hayan proliferado como setas por todo el mundo.

Evidentemente, para los “tíos listos” estos negocios no son sólo una forma de hacer dinero, que también, sino que se han convertido, además, en una herramienta para despojar de sus riquezas y manejar a su antojo al “populacho”. A mi modo de ver, creo que disfrutan viendo a los pobres idiotas someterse voluntariamente a cualquier estupidez con tal de estar dentro de los límites de lo “políticamente correcto”.

¡Es patético! ¿Verdad? Pero me temo que no hay manera de cambiarlo. 

10 febrero 2025

EL FEM Y SU OBSESIÓN DE TRANSFORMAR EL MUNDO

Durante los días 20 al 24 de enero de 2025, se celebró la 55ª reunión anual del Foro Económico Mundial (FEM) bajo el lema “Colaboración para la era inteligente”.

Como cada año, se elaboró una agenda para tratar diferentes temas. Este año se hablo de mejorar las condiciones de vida a través del estímulo, de la urgente necesidad de impulsar una transición energética justa e inclusiva y de fomentar el diálogo para evitar una era de la fragmentación y confrontación. Naturalmente, no se olvidaron del “cambio climático” y la inteligencia artificial (IA).

Las conferencias se han organizado en base a cinco temas diferentes: “reconstruir la confianza”; “reorganizar el crecimiento”; “invertir en las personas”; “proteger el planeta”; “la industria en la era inteligente”.

Cada uno de estos temas ha sido expuesto y desarrollado por “expertos” en la materia, marcando los pasos a seguir por la sociedad para, según el FEM, continuar prosperando, siempre desde un enfoque tecnológico y con la mirada puesta en el futuro.

Para “reconstruir la confianza”, el FEM propone encontrar nuevas formas de colaboración en la búsqueda de soluciones. Esas soluciones pasan por enfrentarse a la desinformación. Lo que traducido al román paladino significa una censura en todos los ámbitos, donde solo exista una verdad, la suya.

Respecto a “reorganizar el crecimiento”, se planteó la reorganización monetaria y fiscal global actual. Evidentemente, se trata de impulsar el “Gran Reinicio” y las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC).

En el terreno de lo social hablaron de “invertir en las personas”, impulsando todas esas nuevas ideologías que están surgiendo como setas por todas partes. En esta sección fueron protagonistas palabras tan de moda como diversidad, equidad e inclusión. También afrontaron el ámbito de la salud, para dar un impulso a las nuevas terapias génicas en forma de vacunas u otras modalidades.

En el apartado “proteger el planeta”, hicieron hincapié en la necesidad de más donaciones provenientes de la filantropía. El discurso estuvo ligado al de la COP29, consolidada como la “COP de las finanzas”. Evidentemente, al seguir con su obsesión de llegar a “emisiones cero”, propusieron alinear, según ellos, los tres mercados de la naturaleza: créditos de carbono, biodiversidad y agua. Por supuesto, no se olvidaron de amenazar al mundo: “si no se cumplen con los objetivos de la Agenda 2030, pronosticaron que la mitad de la población se encontrará con falta de disponibilidad de agua dulce en una región específica”. Toda una declaración de intenciones, si no nos sometemos a la “agenda verde” para mitigar el “cambio climático”.

En lo referente a la “industria en la era inteligente”, hablaron de cambiar el modelo de las empresas a través de todos los sectores. Abordaron cómo las industrias deben prepararse para los shocks tecnológicos. Y, naturalmente, la IA tuvo una especial mención a lo largo de las sesiones.

Para cerrar el certamen, el Presidente y CEO del Foro Económico Mundial, Borge Brende, resaltó que, pese a que el año no ha hecho más que comenzar, ya tenemos abundantes frentes abiertos que moldearán la situación económica, política y social de nuestro presente y futuro. Continuó diciendo que a través de la cooperación, la innovación y la tecnología nos podremos enfrentar a los retos que se presentan en nuestra senda, para que las ideas de hoy se conviertan en las soluciones del mañana.

Bueno, pues esto es, más o menos, un minúsculo resumen de lo tratado en la reunión de este año del FEM.

La conclusión que podríamos sacar es que la camarilla reunida en Davos, esa que representa a la élite multimillonaria globalista, está dando las directrices para transformar el mundo entero en una tecnocracia -basada en una vigilancia masiva sin precedentes- y dar paso a su Cuanta Revolución Industrial.

¿Pero qué revolución es esa? Evidentemente, una revolución de multimillonarios.

Estamos asistiendo a la revolución más extraña y engañosa de la historia de la humanidad. Se trata de una revolución de los ricos, hecha de una forma silenciosa que no requerirá efectuar un solo disparo.

La pretensión de la élite globalista es imponer al mundo toda una serie de tecnologías invasivas basadas en IA. Tanto las CBDC, la identidad digital, las ciudades inteligentes, el carnet de crédito social, la huella de carbono y la vigilancia intensiva de cada uno de nosotros las 24 horas del día los 7 días de la semana, cambiarán rotundamente la vida en el planeta y lo convertirán en una prisión digital sin rejas de la que será imposible escapar. 

Dado que los Estados-nación ya no existen (no hay país soberano), ningún gobierno se está resistiendo a los cambios profundos que se están produciendo. De hecho, los sistemas de vigilancia avanzan a un ritmo desenfrenado. Ahora todos somos blancos fáciles para ser monitoreados, etiquetados, investigados, censurados, acosados y manipulados.

Y hablando de inteligencia. ¿Verdaderamente es inteligente dejar nuestra sociedad en manos de unos psicópatas multimillonarios que sólo utilizan la tecnología para ejercer control y más control?

Pero lo más alarmante de esta revolución tecnológica es ver a muchos líderes en la materia preocupados por la naturaleza extremadamente peligrosa de la IA. Sin embargo, siguen avanzando a toda velocidad para implementarla.

Ya en 2018 Elon Musk advertía de los peligros de la IA: “cuando hay un dictador malvado, ese dictador es humano y va a morir. Pero la IA no morirá y vivirá para siempre. Entonces tendremos un dictador inmortal del que nunca podremos escapar”.

Nos estamos acercando al punto de no retorno; es lo que el FEM denomina “singularidad”. La pregunta es: ¿en ese punto la IA eclipsará por completo a sus desarrolladores y controladores y se hará todopoderosa? Algunos piensan que sí. De hecho, Elon Musk ha predicho que la “singularidad” podría suceder en 2026, mientras que el científico y desarrollador, Ray Kurzweil, augura que sucederá antes de 2045. También el famoso investigador, Geoffrey Hinton, ha afirmado que no es inconcebible que la IA pueda acabar algún día con la humanidad.

Y nosotros, ¿deberíamos preocuparnos? ¿Tenemos algo que decir al respecto? ¿O como siempre miraremos hacia otro lado y dejaremos que ocurra lo que tenga que ocurrir? 

DEMOCRACIA VERSUS DICTADURA DENTRO DE UN ESTADO ALTAMENTE INTERVENCIONISTA

En España, los que tenemos cierta edad hemos vivido dos regímenes diferentes: una dictadura y una democracia. Evidentemente, una dictadura e...