La tecnología es una herramienta fantástica cuando está en manos de
personas lúcidas, inteligentes y equilibradas; por cierto, de las que
precisamente no abundan.
Uno de los grandes errores cometidos por la humanidad es haber dejado
que la tecnología se haya adueñado de nuestras vidas, trastocando por completo
las relaciones humanas y muy probablemente nuestra propia existencia. De hecho,
hay una cosa clara: en el mundo actual ya no podemos ni sabemos vivir sin ella.
Estamos en pleno proceso de transición de una sociedad industrial hacia
una sociedad tecnológica anclada a la inteligencia artificial (IA). En buena
lógica, debería llevarnos hacia una sociedad más libres, justa y equilibrada.
Pero, ¡qué va! Paradójicamente está sucediendo todo lo contrario.
¿Por qué digo esto? Pues porque la sociedad actual no está preparada
para sacarle partido a las nuevas tecnologías. Esto es debido a que la inmensa mayoría
de nosotros nos encontramos sumidos en un estado de letargo intelectual,
inducido por la paupérrima educación que recibimos más la podredumbre que
absorbemos diariamente de la todopoderosa industria “mass media” y las redes
sociales.
Es evidente que los dueños del mundo no quieren una sociedad de individuos
sabios, inteligentes y competentes. Eso va en contra de los propios fundamentos
de la sociedad, ya que personas así no pueden ser manipuladas, explotadas y
forzadas a vivir como autómatas.
Que no te engañen. Por razones obvias, Ninguna sociedad -ni capitalista
ni comunista- te quiere libre. De hecho, en el momento en el que una persona tiene
el valor de abandonar el pensamiento único y utilizar su propia inteligencia se
vuelve peligrosa para el sistema y, sobre todo, para las personas que ostentan
el poder. Por cierto, se les suele llamar disidentes o anti sistema.
Pero ahora el poder ha encontrado la herramienta perfecta para hacerse
definitivamente con el control absoluto del planeta: la tecnología.
No tengo nada en contra de la tecnología -al contrario, me apasiona-
pero he de reconocer que las nuevas herramientas tecnológicas a nuestro alcance
se han convirtiendo en “armas de destrucción masiva” que están acabando con
nuestra inteligencia, capacidad de pensar y, en definitiva, con nuestra
libertad.
Siento decirlo, pero estas nuevas tecnologías en vez de hacernos más
listos nos están haciendo más tontos. Son una pesadilla, un monitoreo continuo de
cada uno de nosotros disfrazado de progreso tecnológico que supuestamente está
lleno de ventajas. Bajo mi punto de vista, ha homogeneizado a escala mundial la
imbecilidad: un proceso enfermizo que se repite constantemente a todas las
escalas. Y lo paradójico, es que somos nosotros mismos los que voluntariamente
nos hemos encadenado a ellas.
La élite lleva mucho tiempo diciendo -porque está convencida de ello-
que sobra el 80% de la población. Asegura que ese 80% hace mucho ruido, ensucia,
contamina, deteriora el medio ambiente, es irrelevante y no aporta nada a la
sociedad. Son simplemente un porcentaje de sumisos trabajadores-consumidores, sin
talento, que ya no hacen ninguna falta. Así que piensan que el planeta estaría
mejor sin ellos.
Y digo yo. Ante semejante disparate, provocación y amenaza ¿cuál ha
sido la respuesta de la sociedad? Ninguna, ya que la sociedad está
absolutamente aletargada y no tiene capacidad de reacción. Y no tiene capacidad
de reacción, entre otras cosas, porque la cantidad de información que recibimos
a través de estas tecnologías satura nuestro cerebro, a la hora de procesar y
evaluar la información, y así no hay manera de sacar nada en claro. Por
consiguiente, si no lo tenemos claro, ¿cómo vamos a tener capacidad de
reacción?
Jamás en la historia de la humanidad hemos dispuesto de unas
herramientas tecnológicas que pueden solucionar, de una vez por todas,
problemas tales como el hambre y la pobreza, por poner sólo un ejemplo. Sin
embargo, las personas preparadas que podrían sacarle partido a estas
tecnologías sólo están interesadas en lucrarse; el resto, las utilizamos casi
de una manera exclusiva para acentuar aún más nuestra imbecilidad (que es
mucha) convirtiéndola en bandera de toda una sociedad.
Podríamos decir que hay dos tipos de tecnología: la que utilizamos
nosotros y la que dispone la élite. Evidentemente, la tecnología que nosotros
conocemos y manejamos nada tiene que ver con la tecnología que poseen y manejan
ellos. La que utilizamos nosotros, es una tecnología que, amén de hacernos
totalmente dependientes, está acabando con nuestra capacidad de pensar. La que
poseen ellos está a otro nivel, y es la que se utiliza para vigilarnos,
manipularnos, censurarnos, controlarnos y llevarnos poco a poco a ese mundo
Orwelliano que tanto anhelan.
La pregunta es: ¿tenemos alguna posibilidad de librarnos de esta
pesadilla?
Veamos. Hay un hecho incontestable: salvo las personas que trabajan en
estos temas –para la élite, naturalmente- el resto somos muy ignorantes al
respecto. Entonces, ¿cómo podemos combatir algo que ignoramos? No podemos, así
de simple. Los únicos que pueden librarnos son estas personas. ¿Lo harán?
Bien es verdad que una cosa es no saber nada sobre IA y otra muy
distinta aceptar voluntariamente las consecuencias inquisitorias para la humanidad.
Me refiero a cosas como la monitorización y vigilancia constante de todos
nosotros, un sistema monetario esclavo (CBDC) vinculado a un carnet de crédito
social o la modificación genética (transhumanismo) mediante, por ejemplo, la
vacunación masiva obligatoria.
Cada día es más evidente que la élite mafiosa que domina el mundo quiere
encadenarnos para siempre a un sistema tecnológico-digital. Su imperio de
mentiras y corrupción ya no se oculta. De por sí, el Foro de Davos ya nos ha anunciado
que en el futuro tecnológico que nos tiene preparado dejaremos de comportarnos
como seres humanos para convertirnos en “otra cosa”. Lo que no tengo claro es
si esa “otra cosa” nos va a gustar.
El plan que la élite tiene programado es que la IA lo domine todo.
Quiere una sociedad tecnocrática, donde algoritmos, satélites, robots, drones y
centros de datos masivos vigilen y controlen a cada uno de nosotros las 24
horas del día los 365 días del año.
Para llevar a buen puerto su plan han vuelto a colocar en la Casa
Blanca a su títere favorito para la ocasión, Donald Trump, quien a su vez ha
puesto al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) a Elon
Musk: un multimillonario que no ha pasado por ningún proceso electoral ni rinde
cuentas ante nadie.
Elon Musk es uno de los líderes de los tecnócratas multimillonarios de
Silicon Valley. Su paso por el Gobierno de EEUU tiene un solo objetivo: demoler
las instituciones estadounidenses y rehacerlas de acuerdo con las políticas del
Gran Reinicio del Foro Económico Mundial.
Durante la última década la IA se ha extendido a la ingeniería, la
industria o la medicina, permitiendo optimizar ciertos aspectos de esos campos.
La pregunta que se ha hecho la élite es la siguiente: si la IA ha podido llevar
a cabo con precisión el funcionamiento de una fábrica, ¿por qué no puede hacer
lo mismo con el cuerpo humano o incluso con la mente? Y en eso están.
Si no hay nadie que se lo impida -y parece que no lo hay- la IA hará
realidad el delirante sueño húmedo de la élite de construir una “mente colmena”
de toda la humanidad: el pensamiento único de todos nosotros que ellos podrán
manejar y manipular a su antojo.
Por cierto, ¿algo de esto no está ocurriendo ya? Si no, ¿cómo explicar
el éxito arrollador de la falsa pandemia y la falacia del cambio climático
antropogénico?
Lo dicho. Bajo mi punto de vista, la tecnología nos está volviendo más imbéciles cada día. Y esto no ha hecho nada más que empezar.
Muy cierto. Tragaremos con lo que haga falta- ya lo estamos haciendo- y además aplaudiremos con las orejas.Por lo demás, igual que los “ medios de información “ escriben lo que quiere quien paga la tinta, la “ciencia” investiga e inventa lo que quiere quien paga la investigación: resultado la tecnología etc
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ResponderEliminarEl siglo XXI es enteramente imbécil, un día en otro blog comenté que hemos pasado del homo sapiens a homo gilipollus, y creo que me quede corto, nos encanta como especie borrega un pastor, y a veces solo al perro que lo acompaña, para dejarnos guiar ya que como masa no somos mejor que un gusano en una manzana, come despacio para que no se acabe. Sigo sin entender como hemos llegado a este punto donde hemos perdido enteramente la identidad como especie, como hombres con decisiones sean acertadas o no pero nuestras, aprendiendo de nuestros errores y mandando a la mierda cuando convenía a los listos de turno, especie perdida ya, vemos cámaras en las ciudades para nuestro control y nos creemos que es para nuestra seguridad y eso que nos siguen robando la cartera o el reloj, incluso nos meten de ostias... y hay "vigilancia", nos dicen de todo y como somos educados en creencias, nos creemos que son por y para nuestro bien, las pagamos encima nosotros con nuevos impuestos y un largo de suma y sigue y cada vez más idiotas, si cabe, en fin, quedamos pocos y si no tenemos hijos que podamos educar de verdad, cada vez quedaremos menos. Por desgracia mucho me temo que si depende del idiota no se va a cambiar nada, además, la IA ha venido para quedarse y eso no se apaga quitando el enchufe.