10 julio 2025

UN FUTURO INCIERTO

En los nuevos tiempos que están por venir ninguna actividad o profesión del ser humano será inmune a la robótica y la inteligencia artificial (IA). De hecho, serán las máquinas equipadas con IA las que diagnosticarán nuestras enfermedades y realizarán todo tipo de cirugías complejas. También serán las encargadas de la producción de alimentos o de mantener el orden público. Y, por supuesto, sustituirán a ingenieros, arquitectos, jueces,… y políticos. Solamente un minúsculo grupo de privilegiados selectos serán los encargados de gestionar y controlar este sinsentido.

Es evidente que a medida que los humanos seamos reemplazados por máquinas nuestra utilidad disminuirá. Por consiguiente, nos convertiremos en una carga permanente para el Estado. ¿Crees que nuestros dueños lo van a consentir?

Por mucho que se empeñen los políticos en presentar este futuro distópico como “progreso”, no es más que un genocidio meticulosamente planificado. De por sí, ya empieza a vislumbrarse cómo se está inculcando a la gente un sentimiento de inutilidad y culpabilidad, para que seamos nosotros mismos los que vallamos voluntariamente al matadero. Y si no al tiempo.

Por otra parte, se está construyendo una prisión digital mundial controlada por algoritmos. La UE no trabaja para defender la libertad, sino para relegarla a una reliquia del pasado. Detrás de su engañosa fachada de “seguridad”, “progreso” y “sostenibilidad” se esconde un mecanismo implacable para destruir toda forma de libertad. Y no estamos hablando de ninguna fantasía, sino de una realidad que se está implementando a base de leyes y tecnología. De hecho, la mismísima Presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha afirmado que la libertad de expresión es como un “virus” y que la única “vacuna” es la censura.

La mayoría de la gente sigue adormecida viviendo en los mundos de Yupi. No es consciente de que ya vivimos en una sociedad controlada. Y es que a día de hoy hemos perdido prácticamente toda nuestra libertad, quedando a merced de una élite de maniacos tecnócratas que nos han reducido a simples marionetas movidas a golpe de algoritmo.

Hoy en día apenas queda pensamiento crítico y la libertad de expresión brilla por su ausencia. Pensarás que lo que yo hago es precisamente eso, ¿verdad? Pues no. Yo sólo hago aquello que me consiente el sistema, que permite un cierto grado de disidencia para hacernos creer que vivimos en una sociedad libre.

Con 120.000 visitas en 12 años, mi primer blog (pepeluengo “despertando conciencias”), en el que escribí numerosos artículos sobre la falsa pandemia, fue censurado. Con estas cifras, está claro que mis artículos apenas le llegan al 0.001% de la población mundial. Es decir, que soy como una diminuta cagada de mosca en la selva amazónica y mi influencia es prácticamente nula. Bueno, pues incluso siendo alguien totalmente insignificante para el sistema se me censuró. Esto demuestra el grado de control hacia el que nos dirigimos.

Es evidente que la libertad de expresión es una amenaza para el Nuevo Orden Mundial, de ahí que la disidencia sea constantemente ridiculizada, censurada o directamente tachada de delictiva. Porque, seamos claros: un pueblo ignorante y no pensante siempre será controlado, un pueblo culto y que piensa no.

En un mundo cada vez más tecnológico, nuestras conversaciones, pensamientos y desplazamientos están siendo monitoreados, grabados y registrados constantemente. Del mismo modo, bajo el pretexto de la seguridad se están desplegando por todas partes sistemas mejorados con inteligencia artificial para examinarlo todo: cámaras de vigilancia, escáner de reconocimiento facial, huellas dactilares, lectores de matrículas, publicaciones en las redes sociales, etc. Todo con el fin de evaluar el riesgo que tiene una persona para el Estado.

Hoy en día la libertad de expresión es calificada de extremista y la disidencia criminalizada (lo vimos durante la falsa pandemia). Y lo más increíble: cualquiera puede ser rastreado y censurado por una burocracia digital invisible que opera en la más absoluta clandestinidad. De hecho, el gobierno ahora puede vigilar –y vigila- a más personas que nunca y con mayor precisión e impunidad.

Siento decirlo, pero si antes gozábamos de cierta libertad relativa, ya no: ahora somos simples datos en una inmensa red de control digital donde se nos categoriza, mercantiliza y explota.

En la nueva economía digital que está por llegar nuestras vidas se convertirán en algoritmos gananciales para las corporaciones que rastreen, comercialicen y moneticen cada uno de nuestros movimientos. En definitiva, nos comprarán y venderán sin siquiera saberlo. Esto ya está ocurriendo.

No sé si somos conscientes, pero nuestro teléfono móvil, casa inteligente, transacción comercial o cualquier dispositivo electrónico nos está rastreando y vigilando. Esto nos convierte, sin saberlo, en reclusos de una prisión digital de alta tecnología. Lo paradójico, es que somos nosotros mismos los que queremos estar en esa prisión, ya que creemos que la comodidad que nos proporcionan nuestros dispositivos electrónicos, merece que renunciemos voluntariamente a nuestra privacidad y libertad.

La diferencia entre los regímenes totalitarios del pasado y el que se nos viene encima (aún más totalitario) radica en la sutileza. Pronto se ejercerá una vigilancia continuada sobre cada uno de nosotros. Este nuevo régimen no utilizará la fuerza, sino la comodidad y la ilusión de seguridad. Y, por supuesto, tampoco estaremos gobernados, sino gestionados que es mucho más eficiente.

Una de las herramientas más eficaces para llevarnos hacia donde ellos quieren es el llamado “Primado Negativo”: una técnica de manipulación mental, que consiste en presentar una verdad o una mentira entre argumentos dramáticos o humorísticos, para generar en nuestra memoria implícita un sentimiento de rechazo o aceptación cuando la verdadera información se nos exponga. La memoria implícita está formada por eventos que no recordamos, pero que sí dejaron una impronta emocional que hace que ante determinadas situaciones reaccionemos como autómatas. Es de esta manera como la gente acepta sandeces como la de que los pedos de las vacas influyen en el calentamiento del planeta, que los hombres “trans” son verdaderamente mujeres o que las “vacunas” Covid-19 salvaron millones de vidas.

Lo que no termino de tener claro es si lo que acabo de exponer es un futuro incierto o un presente cierto. Lo digo, porque, según la “Teoría del_Internet_Muerto”, la mayoría del contenido en Internet ya no es producido por humanos, sino por inteligencia artificial.

¡Ahhh! Qué tiempos aquellos en los que no existía Internet ni teléfonos móviles. Cuando los amigos eran de carne y hueso y no virtuales. No sé. Será que soy un nostálgico sentimental o que me estoy haciendo viejo. 

UN FUTURO INCIERTO

En los nuevos tiempos que están por venir ninguna actividad o profesión del ser humano será inmune a la robótica y la inteligencia artificia...