Existen dos grandes peligros para el futuro inmediato de la humanidad: uno,
la amenaza de una guerra biológica o nuclear, y, dos, la cada vez más cercana
posibilidad de la imposición de un único gobierno mundial totalitario. La clave
está en que muchos de los que se ven amenazados por lo primero creen que la
solución está en lo segundo.
Por otro lado, “expertos” en la materia están advirtiendo de que el
avance descontrolado de la tecnología puede llevar al Armagedón de la sociedad.
Esto puede dar lugar a que la mayoría de la población ignorante, miedosa y
obediente acepte que sólo un gobierno mundial sería capaz de evitarlo.
Y aquí lo tenemos, parece que todos los caminos conducen a Roma: a la
aceptación de un único gobierno mundial extraordinariamente totalitario.
La mayoría de nuestros políticos ya están vinculados a los “think tanks”
dedicados a este fin. Estos “think tanks” se han infiltrado en los gobiernos de
todo el mundo. De hecho, existe todo un entramado de maquinaciones criminales a
través de políticos corruptos, pseudocientíficos estafadores, manipuladores
financieros y otras alimañas, que copan las instituciones más poderosas. Sus tentáculos llegan a
todas partes: política, finanzas, educación, sanidad, cultura,
entretenimiento,..
Países como EEUU o la UE se están convirtiendo ya en una dictadura
consentida -similar a la que describe Aldous Huxley en su libro “Un mundo
feliz”-, donde el grado de sometimiento de la población es actualmente muy
superior al de cualquier régimen totalitario del siglo pasado.
La ignorancia de la gente al respecto es de tal calado, que es ella
misma la que se está autoimponiendo una la dictadura digital. Si recuerdas, ya
lo hicieron durante la falsa pandemia, cuando mostraban orgullosos sus
pasaportes de vacunas al entrar en un restaurante o coger un avión. Su nivel de
obediencia fue brutal, llegando a rozar el servilismo más ruin. Pues bien, la
identificación digital y las CBDC harán que no tardando mucho esto sea una
realidad.
Otra constatación de que vivimos una dictadura consentida es que ya no
existe la libertad de expresión. Hoy en día todos los medios de comunicación
están comprados y responden a un único esquema informativo. Salvo algunas
excepciones, ya no existe la libre opinión y las líneas editoriales son las
mismas para todos. Y, por supuesto, los informativos ya no dan información,
sino que se limitan a trasmitir una visión sesgada de la realidad, acorde a los
postulados de la ideología dominante que los sustenta.
También se está dando la cultura del chivatazo, de la acusación y la
demonización (lo vimos durante la falsa pandemia). Para ello han dividido a la
sociedad en dos bandos: buenos y malos. Evidentemente, los buenos son aquellos
ciudadanos sumisos y obedientes a los requerimientos del poder, y, los malos, todos
aquellos que manifiestan algún tipo de disconformidad, o simplemente no
manifiestan públicamente su adhesión a la ideología dominante.
En los últimos tiempos, la tecnocracia va ganando peso y tiene a los
gobiernos secuestrados. Después de un sinfín de crisis fantasmas, ahora nos
quieren convencer de que lo que está en juego es la propia sostenibilidad del
planeta. Según ellos, la crisis climática exige nuevos mecanismos de gobernanza,
expuestos en su famosa Agenda 2030 que, por cierto, nadie ha votado. Y es que son
de la opinión de que no es conveniente que el “populacho” ignorante decida
sobre cuestiones de gran calado (en eso llevan parte de razón).
Sin embargo, no hace falta ser un conspiranoico para ver que dicha Agenda
es a todas luces un manual de control totalitario. En ella se especifica el
ideario del futuro gobierno mundial, cuya nueva política de protección del
clima se transformará en un sistema de control absolutista.
Que la derecha –no toda- esté en gran medida de acuerdo con esto es
entendible, pero resulta curioso que buena parte de la izquierda no sólo mantenga
una actitud complaciente con los propósitos tecnocráticos y totalitarios de las
élites globalistas, sino que es la mayor impulsora de esta agenda. En definitiva,
está apoyando todo aquello que hasta ahora repudiaba. ¡Increíble! ¿Verdad?
Aunque no es tan increíble, sino la constatación de que tanto la derecha como
la izquierda son dos inventos del poder para dividir y manejar a su antojo al
“populacho”.
Las familias más
poderosas del mundo llevan décadas desarrollando la infraestructura necesaria
para que la maquinaria de esclavización y control de la humanidad sea una
realidad. Están gastando miles de millones de dólares en hacerse con el dominio
de los medios de comunicación para tener el control de la información. También
están desarrollando tecnologías increíblemente potentes para penetrar en la mente
de la gente. Poseen, además, los recursos económicos, tecnológicos y
armamentísticos suficientes para realizar toda clase de operaciones -legales o
ilegales- sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo.
El poder global
del dinero es una realidad innegable y está conformado por los multimillonarios
y magnates que realmente gobiernan el mundo. No existe gobierno que esté por
encima de ellos. Dirigen y controlan poderosísimas organizaciones como el Club
Bilderberg, la Trilateral, el CFR, el Instituto Tavistok, el Club de Roma, el
FEM, el BPI o El FMI. Son la élite que decide qué gobierno hay que derrocar,
qué guerra ejecutar, qué país desestabilizar, qué atentado cometer, qué crisis
económica desatar o qué pandemia inventar.
Pues bien. Esta
gente está empeñada en llevar a buen puerto su plan de implantar un Nuevo Orden
Mundial, donde sólo haya un único gobierno totalitario, una única moneda, una única
religión y un único pensamiento.
Si no lo crees,
deberías tirar de hemeroteca para verificar lo que el banquero Seigmund Warburg
anunció en el Senado de EEUU: “Guste o no guste, tendremos un gobierno
mundial. La cuestión es si se logrará mediante consentimiento o por imposición”.
Está claro que lo
peor de esta sociedad no son los psicópatas miserables que dominan el mundo,
sino los estúpidos que son legión. ¿Crees que esta inmensa mayoría de estúpidos
ignorantes, que tragaron con carros y carretas durante la falsa pandemia, van a
poner alguna objeción a un único gobierno mundial totalitario? Me temo que sólo
los ingenuos creen que hay alguna posibilidad, pero no la hay.
Da igual que escribamos miles de artículos, que nos manifestemos o que, incluso, nos sublevemos. Todo seguirá igual, como lleva siendo igual desde hace miles de años. El poder siempre ha sido y será el poder y no hay manera de revocarlo. Lo único que hemos hecho hasta ahora es cambiar un poder por otro, nada más. Entonces, ¿cómo podemos siquiera imaginar que ahora va a ser distinto?