30 abril 2025

ARANCELES VS GLOBALIZACIÓN

De nuevo otro episodio “apocalíptico” emitido por la tele “asustaviejas” y demás medios de comunicación. Esta vez dando la matraca a todas horas con los horribles augurios de los “gurús económicos”, que pronostican los peores males para nosotros, el pueblo, a consecuencia de las políticas arancelarias de Donald Trump. Sin embargo, como tantas y tantas veces, la realidad no tiene nada que ver con la ficción que nos cuentan a diario los medios de comunicación.

Para desmontar esta nueva farsa, lo primero que tenemos que tener en cuenta es que los aranceles han existido siempre (de hecho siguen existiendo) y se utilizan principalmente para proteger la producción nacional y generar ingresos para el Estado.

Los aranceles son impuestos que un país impone a los bienes importados (y a veces exportados) de otro país. Cuando un país impone aranceles a productos de otro país lo hace, fundamentalmente, para proteger la industria nacional, generar ingresos para el gobierno, fomentar el empleo local, estimular el desarrollo industrial y controlar el déficit comercial.

Sin embargo, la aplicación de aranceles también puede tener consecuencias como el aumento de precios para los consumidores, riesgo de represalias comerciales, deficiencia de ciertos productos y una alteración del flujo natural de bienes y servicios.

Dicho esto, le corresponde a cada país elegir la utilización de aranceles en función de sus intereses y necesidades. Y no hay más. Es lo que se viene haciendo, sistemáticamente, sin que nadie ponga el grito en el cielo, como acaba de ocurrir ahora con el anuncio de los nuevos aranceles de Donald Trump.

La imposición de aranceles, por parte del nuevo Gobierno de EEUU, es un derecho legítimo de la Administración Estadounidense para reducir sus desequilibrios económicos. Desequilibrios, por otra parte, nacidos de la globalización que amenaza nuestras economías: una amenaza tan real, que tiene a todos los países occidentales técnicamente en quiebra.

Los que ya tenemos cierta edad, sabemos, porque lo hemos vivido, que los aranceles no son el ogro que devorará a Occidente como nos quieren hacer creer. De hecho, tienen efectos positivos como acabo de exponer.

Lo que devorará a Occidente es el mundo caótico en el que vivimos. Un mundo donde los valores de antaño han sido prostituidos. Donde la verdad no importa. Donde se ponen en tela de juicio los logros sociales de tantos años de lucha. Donde la precariedad aumenta cada año, las crisis se suceden, se acumulan y sus efectos negativos resuenan y se multiplican por doquier.

En las últimas décadas hemos visto caer el Muro de Berlín, la URSS, las Torres Gemelas, la burbuja de las puntocom, las subprime, el desplome los mercados en 2008, las guerras de la ex Yugoslavia, Irak, Siria, Gaza,... y como se cerró el mundo con la falsa pandemia. Pues bien. Todos estos acontecimientos están relacionados directamente con la globalización.

No seamos ingenuos. La tele “asustaviejas” trata de que compremos el relato de los globalistas, para seguir en esta diabólica globalización que lentamente nos está destruyendo. El FEM nos vende la idea de que la globalización es el único horizonte posible (mentiruscos gordos ataos con piedras, que diría José Mota). Esta gente se olvida de que antes de sus delirios de grandeza ya existía otra forma de capitalismo, algo más justo, que supo distribuir mejor la riqueza.

Los aranceles no empobrecen a la gente. De hecho, quienes empobrecen a la gente son las multinacionales. Entonces, ¿los aranceles benefician al pueblo? Puede que sí o puede que no. Depende de cómo se diseñen y a quiénes estén protegiendo. Evidentemente, los globalistas y sus multinacionales no los quieren por razones obvias.

En nuestro actual sistema, el dinero es la base fundamental para el intercambio de bienes y servicios. Sin embargo, hace mucho tiempo que el dinero pasó a ser controlado por unos pocos “tíos listos”. Estos “tíos listos” no son personas comunes y corrientes como nosotros, sino verdaderos psicópatas que han convertido nuestros hermoso Jardín del Edén (la Tierra) en un estercolero devastado y saqueado por su sistema financiero.

Lo que la gente ignora, es que el actual sistema financiero ha sido diseñado por los “tíos listos” para ser previsible, predecible y manipulable.

Acabamos de presenciar un ejemplo de libro de lo fácil que es manipular el sistema financiero. Tan sencillo como anunciar una subida de aranceles y, posteriormente, retrasar su entrada en vigor. Al anunciar los aranceles, lo que se está haciendo es “prever” un desplome de los mercados, y, al retrasar su entrada en vigor, “predecir” nuevamente su recuperación. Evidentemente, los “tíos listos” son los que “manipulan” los mercados para forrarse en tan solo unas horas. ¿Cómo? Pues, por ejemplo, vendiendo a 10 y volviendo a comprar unas horas más tarde a 6. Es de genios, la verdad. Seguro que los grandes fondos de inversión se han forrado con esta operación, lo hacen constantemente.

Actualmente estamos inmersos en un cambio de paradigma monumental, que se está llevando a cabo mediante un “golpe de estado tecnocrático” a nivel mundial.

Se trata de una revolución que está cambiando por completo nuestra sociedad. La primera fase de esta transformación se llevo a cabo a finales del siglo pasado, cuando las fábricas de los países occidentales se trasladaron a países de menor costo, eliminando así muchos puestos de trabajo. Pero fue la desregulación del sector bancario la que permitió el mayor saqueo mediante la especulación con “derivados financieros” y, sobretodo, con la “flexibilización cuantitativa”.

La segunda fase fue el ataque terrorista pandémico Covid-19 y la inoculación masiva de “vacunas” de ARNm. Esta segunda fase pretende (no sabemos todavía si con éxito o no) reducir y controlar la población mundial.

Ahora estamos inmersos en la tercera fase: la digitalización de todo, para llevar al mundo a un nuevo paradigma totalitario tecnocrático. Por cierto, el APAGÓN del día 28 de abril en España debería hacernos reflexionar sobre dejar nuestras vidas en manos de la tecnología digital.

La globalización se ha convertido en un robo organizado a mano armada. Es una trampa para tontos, al igual que lo es la democracia. De hecho, nuestros representantes son seleccionados por los “tíos listos” y no elegidos por nosotros en una votación. Por eso, seguir con la farsa de votar, elección tras elección, como si nuestro voto realmente contara, cada día tiene menos sentido. Y es que visto cómo funciona el poder, ten por seguro que si nuestro voto contara no nos dejarían ejercerlo.

Tenemos el ejemplo de EEUU, donde Trump se ha presentado ante el mundo como un político populista que lucha contra el globalismo, haciendo cosas como acabar con la “diversidad, equidad e inclusión” y romper lazos con la OMS y otras organizaciones globalistas. Sin embargo, existe una desconfianza mayúscula de que sea otra estrategia engañosa, como toda la que viene de los políticos (conviene recordar la prioridad de Trump de incrementar los centros de datos de IA, para el control total de la población, y su afán por el desarrollo de vacunas asesinas de ARNm).

De ser así, mucho me temo que los estadounidenses, al “elegir” a un presidente que se presentó como el gran enemigo de los globalistas, sin darse cuenta han abierto la puerta de su casa a los oligarcas más autoritarios y reaccionarios. Esto no significa que la Administración Biden fuera una almita de la caridad, sino todo lo contrario. Ya sabes: mismos perros con distinto collar.

Llevamos muchos años esperando que algún día llegue alguien que arregle este desaguisado en el que se ha convertido nuestro mundo. Pero la solución a todos nuestros problemas no vendrá de la mano de las corruptas democracias, de las tecnocracias basadas en IA y mucho menos del decadente statu quo. Tampoco la traerán los Trump, Von der Leyen, Putín o Xi Jinping de turno. La solución, la verdadera solución, está en cada uno de nosotros.

Sólo cuando aceptemos que ningún ser humano está por encima o por debajo de otro, y antepongamos el respeto mutuo a todo lo demás, podremos organizar una sociedad infinitamente más justa que la actual. Y esto no sólo es posible, sino deseable.

La humanidad con su egoísmo innato, su enquistada corrupción y sus eternas guerras está sumida en una crisis de adolescencia que, por cierto, está durando demasiado. Solamente a medida que se vaya acercando a la madurez (si es que eso es posible) podría construir una sociedad más responsable, justa y equilibrada. ¿Llegaremos a verlo? 

20 abril 2025

RADIOGRAFÍA DE UN PRETEXTO TRAS OTRO PARA SEGUIR ADELANTE CON LA DESTRUCCIÓN DE EUROPA

La sociedad, plagada de estúpidos ignorantes, se ha acostumbrado a creer todo aquello que sale de la boca de los políticos y sus putas mediáticas, aunque la historia demuestre que la mayoría de las veces son sólo falacias para acometer algún fin (recuerda las inexistentes armas de destrucción masiva que dieron origen a la guerra de Iraq).

Hace cinco años -casi desde el mismo día en que comenzó la estafa de la falsa pandemia- este blog (mejor dicho, el anterior, censurado en octubre de 2024) denunció, por activa y por pasiva, el esperpéntico relato que nos contaban a diario los medios de comunicación.

En aquel momento el peligro era un coronavirus mortal que podía acabar con la humanidad. Hoy en día el peligro es Putin y su supuesto afán expansionista.

Si recuerdas, para implementar la existencia de la falsa pandemia se llevó a cabo la mayor campaña propagandística de la historia. Es de esta manera cómo se hizo creer a las masas aterrorizadas el peligro extremo de una enfermedad bautizada con el nombre de Covid-19. Pues bien. Ahora está ocurriendo lo mismo, sólo que esta vez la amenaza viene del “malvado” Putin y su supuesta intención de invadir Europa.

¿Alguien en su sano juicio se puede tragar semejante estupidez? Mucho me temo que sí, ya que a algunos no se nos ha olvidado la trágala de la falsa pandemia hace tan solo 5 años.

Todos los días los medios de comunicación no hacen otra cosa que asustar a la gente con el peligro inminente de una guerra UE-Rusia. Incluso Bruselas ha recomendado a los hogares europeos que tengan un kit de supervivencia por si llegara una crisis bélica o climática. Sin embargo, espero que después de lo que pasó en 2020 la gente haya aprendido la lección y no se deje engañar de nuevo tan estúpidamente, ¿o sí?

Veamos. Rusia, con 17,1 millones de Km2, es con diferencia el país más grande del mundo, lo que supone que es 33,7 veces el tamaño de España (506.030 km2). Su vasto territorio contiene una riqueza colosal. Entre los recursos naturales que posee es especialmente rica en carbón, petróleo, gas, hierro, níquel, aluminio, cobre, uranio, bauxita, oro, diamantes y platino.

Sin embargo, pese a ser un gigante geográfico tiene una población relativamente pequeña para su tamaño: “sólo” 144 millones de habitantes. Es decir, el triple de población de España para un territorio 33,7 mayor.

Por otro lado, aunque desde el desmembramiento de la antigua Unión Soviética su nivel de vida ha mejorado, aún deja mucho que desear. Si a esto le sumamos que los rusos, como los occidentales, tienden a tener pocos hijos, es fácil de comprender que el cacareado expansionismo ruso, que supondría un costosísimo sacrificio en vidas humanas y recursos, es a todas luces una locura.

Contrariamente a la propaganda occidental, sobre la amenaza expansionista de Putin, la realidad es que los rusos siempre han demostrado un gran interés en llegar a acuerdos con la UE.

Para cualquiera que haya seguido las políticas del Kremlin, sabrá que Putin siempre estuvo dispuesto a un acercamiento con Europa (lo natural por proximidad geográfica) en el que todos saldríamos ganando (menos EEUU, evidentemente). Para demostrar su buena voluntad, Rusia ha suministrado gas y petróleo a Europa a un precio muy competitivo, además de permitir que un gran número de multinacionales se instalaran en el país. Con ello Putin intentaba romper el plan norteamericano destinado a impedir la unidad “euro-rusa”, considerada fatal para los intereses de EEUU.

El tipo de relación que Rusia quiere establecer con Europa es la misma que ya tiene con China o con los BRICS: una cooperación económica donde todos se benefician.

Sin embargo, la aberración de la UE de jugar a la guerra, unido al cinismo de EEUU, que está utilizando su supremacía para seguir sometiendo a sus “aliados” a sus intereses, podría conducir a un desastre monumental. O al menos es lo que nos quieren hacer creer

La amenaza rusa, puramente ficticia, es dramatizada día tras día en los medios de comunicación. Tanto, Sánchez, Macron, Von der Leyen y compañía mienten descaradamente, ya que Rusia no es en absoluto una amenaza para Europa. Al contrario, podría -y de hecho debería- convertirse en su mejor aliado.

Está claro que para ocultar esta realidad a los europeos, o mejor dicho para transformarla en lo opuesto, se necesita una propaganda machacona, retorcida y torticera: una propaganda similar a la que se llevó a cabo con el Covid-19.

La única realidad aquí, es que esta nueva amenaza -aberrante en todos los aspectos- no es más que otra herramienta (de momento de distracción) para continuar con la destrucción de la economía de la UE y la pérdida de derechos y libertades de sus ciudadanos.

El sistema actual en el que vivimos los europeos es absolutamente totalitario y ya no necesita seguir oculto bajo el disfraz democrático. Esta sanguijuela, llamada UE, está eliminando nuestros derechos y libertades tan rápido como le es posible, con la excusa de librarnos de una supuesta amenaza bélica, climática, arancelaria o la que le venga en gana.

Conclusión. Tanto la falsa pandemia como la inmigración descontrolada, el cambio climático, la guerra arancelaria y ahora el peligro de la invasión de Europa por parte de Rusia sólo tienen un claro objetivo: llevar a cabo el saqueo y la esclavitud de los propios ciudadanos de la UE.

No seamos ingenuos. Aquí la única realidad es que la depravada UE ha usurpado nuestra legítima soberanía, convirtiendo a nuestros países en simples peleles a las órdenes de Bruselas.

Sin embargo, lo verdaderamente dramático es que la gente no lo comprende. No comprende que aunque hemos progresado más que nunca vivimos en un mundo extremadamente desigual. Que tenemos una deuda que jamás vamos a poder pagar. Que nuestras sociedades modernas están en manos de unos políticos mediocres, vendidos al poder global del dinero, que no entienden nada de lo que está pasando. Y tampoco comprende que tarde o temprano todas las civilizaciones y todos los imperios caen, y esta vez no va a ser diferente.

Evidentemente, los verdaderos arquitectos de este plan no son ni los Macron ni los Sánchez ni las Von der Leyen de turno, sino los “tíos listos”, que saben que este sistema está agotado y lo único que pretenden es salvar su culo. 

10 abril 2025

DEMOCRACIA VERSUS DICTADURA DENTRO DE UN ESTADO ALTAMENTE INTERVENCIONISTA

En España, los que tenemos cierta edad hemos vivido dos regímenes diferentes: una dictadura y una democracia. Evidentemente, una dictadura es lo que es y no tiene justificación alguna. Sin embargo, la democracia al final no ha resultado ser aquello tan idílico que nos vendieron en la Transición.

La principal característica que diferencia una dictadura de una democracia es la concentración de poder. Entonces, ¿qué pasa cuando una democracia acapara y concentra tanto poder? Pues que se convierte en una dictadura, con la consiguiente amenaza para los derechos fundamentales de los ciudadanos.

En teoría, una democracia se basa en la distribución del poder entre diferentes instituciones y en la participación activa de la ciudadanía. Sin embargo, en la práctica, sólo el gobierno y un grupo determinado de personas son las que acumulan y ejercen el poder. Por lo tanto, el poder se acumula y se ejerce del mismo modo que en una dictadura. La única diferencia es que en una democracia ese poder dictatorial es consentido por los ciudadanos que, con su voto, lo legitiman.

Sí, ya sé que muchos dirán que en una democracia los poderes ejecutivo, legislativo y judicial son mecanismos independientes para controlar al poder. Pero la cruda realidad no dice eso, ya que todos están intervenidos por el gobierno, lo que resulta una falta real de control sobre el poder.

Según afirman los políticos, una democracia que no tiene un liderazgo fuerte y estable es ingobernable. Por lo tanto, se necesita una concentración de poder para garantizar su gobernabilidad. Esto deriva, incuestionablemente, en una forma de gobierno tan autoritario o tiránico como el de cualquier dictadura.

Se pongan como se pongan los políticos -esos a los que se les llena la boca de “democracia”- una concentración excesiva de poder da lugar a una forma de gobierno dictatorial, donde las elecciones y las instituciones democráticas pierden su verdadero significado. De hecho, estamos viendo en nuestras democracias recortes de derechos fundamentales tan severos o más que en cualquier dictadura. ¿O es que se nos ha olvidado ya lo que pasó en 2020? Eso por no hablar de la censura que sufrimos, sistemáticamente, los que criticamos el sistema.

En los últimos 50 años, todo aquel que no tenga su mente obnubilada por ideologías políticas habrá podido comprobar que la democracia es una broma y, además, de mal gusto. Y es que tanto la política, como la economía o la justicia son un esperpento. Aquí la única realidad es que todos estamos sometidos a un Estado altamente intervencionista, tanto si es regido por una dictadura o una democracia.

Todos vivimos en un Estado. ¿Y qué hace el Estado por nosotros? Pues tomar posesión de todo cuanto acontece en nuestras vidas. Lo primero que hace es inscribirnos en el Registro Civil, nada más nacer, para tomar posesión de nosotros. Luego, durante el resto de nuestra vida, freírnos a impuestos que, lamentablemente, no revierten -como debieran- en procurar nuestro bienestar (conviene recordar que en toda la historia de la humanidad nunca el poder se preocupó por nuestro bienestar, y ahora no es diferente).

Por lo general -y casi me atrevería asegurar que siempre- la corrupción, la malversación, la prevaricación y el más insidioso despilfarro se han instalado de manera absolutista en el Estado, bien sea democrático o tiránico.

Si lo miras bien, el Estado es verdaderamente una mafia: realiza el mismo tipo de fechorías que las mafias organizadas (desfalcos, robos, acoso y asesinatos), con la gran diferencia de que el Estado es impune gracias a leyes que él mismo promulga.

Pues bien. Dicho esto, está claro que el Estado es el problema y no la solución. Así que deberíamos mandar al Estado “un poquito a la mierda”, con perdón. Pero, para nuestra desgracia, eso verdaderamente no es factible, ya que el ciudadano está absolutamente indefenso ante el todopoderoso Estado, este gobernado por una dictadura o una democracia.

Para hacernos una idea del engaño al que estamos sometidos, echemos un vistazo a los últimos acontecimientos.

La UE acaba de aprobar un presupuesto de 800.000 millones de euros para rearmar a Europa. Esto significa que cada Estado va a gastar una cantidad ingente de dinero de los contribuyentes en comprar armamento para, según nos dicen, protegernos de una posible invasión rusa.

De los 27 Estados miembros que componen la UE -oficialmente democráticos- ninguno le ha preguntado a sus ciudadanos -que serán los que al final lucharán en el campo de batalla- si quieren rearmarse para ir a una guerra con Rusia.

Tampoco nos han dicho quién de los 27 Estados miembros (además de la industria armamentística de EEUU) va a ser el más favorecido con esta medida. Evidentemente, será Alemania, ya que esta inyección de dinero transformará la industria actual alemana -que está en horas bajas- en una industria armamentística hasta ahora prácticamente inexistente. Y es que desde el final de la Segunda Guerra Mundial sus capacidades han sido limitadas y están bajo el estricto control de la OTAN. Sin embargo, a raíz del conflicto Ucrania-Rusia parece que la OTAN ha cambiado de parecer y ahora Alemania tiene carta blanca para rearmarse.

Por cierto. ¿De verdad es buena idea volver a dejar rearmarse a Alemania? ¿Somos conscientes de cómo puede terminar esto? Lo digo, porque se dice que un pueblo que olvida su pasado está condenado a repetirlo. Y ya sabemos lo que pasó con Alemania en 1870 (Guerra franco-prusiana), 1914 (Primera Guerra Mundial) y 1940 (Segunda Guerra Mundial).

En los últimos años, las amenazas se están disparando a una velocidad de vértigo. Tanto la pandemia, como el cambio climático, la invasión rusa y ahora la guerra económica de los aranceles, tienen al mundo amedrentado por completo. Evidentemente, un mundo asustado es un mundo paralizado. Y de eso se trata.

Lo que estamos viendo no es más que la estrategia de siempre: “problema, reacción, solución”. Y la solución pasa por aceptar cualquier medida coercitiva sin rechistar, como ya hicimos durante la falsa pandemia.

Todas estas amenazas no tienen otro fin que el de encerrarnos de por vida en una cárcel sin rejas. Cada nueva crisis es una excusa para que el Estado avance en su proyecto de control totalitario absoluto. Lo siguiente será la digitalización total (en España ya es oficial el DNI digital, aprobado por el Consejo de Ministros sin ser discutido tan siquiera en el Parlamento). Una identificación digital que será necesaria para todo. Y en el momento que todo sea digital estaremos en esa prisión sin rejas de la que ya no podremos escapar. Y es que la informática, unida a unas técnicas de compilación y análisis de datos, provenientes de unos dispositivos móviles de espionaje conocidos como smartphones, han brindado a los autócratas la oportunidad de crear la herramienta perfecta más sofisticada para el definitivo control de la humanidad. Y esa “oportunidad” ya es una realidad.

Cuando la sumisión reemplaza a la insurrección, cuando la dignidad es suplantada por la humillación y, en definitiva, cuando un pueblo acepta lo inaceptable, es que se resigna a perder valores tan fundamentales como la libertad. Por lo tanto, convendría replantearse qué le queda a un pueblo que se niega a defenderse del todopoderoso Estado intervencionista, sometiéndose voluntariamente a él. Evidentemente, nada.

Una sociedad sometida a tanta mentira, acribillada a impuestos y que acepta sin rechistar la pérdida total de sus derechos y libertades es una sociedad muerta.

¡Señores! ¡La libertad no se regala, se conquista! Si no luchamos por ella seguiremos estando a merced del todopoderoso Estado intervencionista, que facilita que unos cuantos “tíos listos” hagan lo que les dé la gana con la inmensa mayoría de “tontos”.

La gente piensa que es imposible deshacerse del todopoderoso Estado. Sin embargo, no es así, ya que el Estado sólo funciona si nosotros obedecemos. Por consiguiente, es tan sencillo (al menos sobre el papel) como desobedecer. Pero para ello es necesario despertar a las masas adormecidas.

La cuestión es: ¿cómo despertar conciencias cuando la mayoría de la gente está sumergida en la ignorancia, en el confort de la pasividad, o, peor aún, en la aceptación de este sistema como inevitable?

Solamente el hipotético caso de un cambio de conciencia colectiva, sobre la base de una masa crítica de individuos lo suficientemente grande que genere una “nueva conciencia”, podría provocar un cambio de paradigma. Para ello, entre otras cosas, la gente tiene que perder el miedo, estar bien informada, dejar de ser estúpida, y, por supuesto, salir de su zona de confort e implicarse de lleno en un nuevo proyecto, donde el Estado intervencionista desaparezca de una vez por todas.

¿Difícil? No, lo siguiente. 

31 marzo 2025

¿SE ESTÁ LLEVANDO AL COLAPSO, DELIBERADAMENTE, A LA SOCIEDAD OCCIDENTAL?

El mundo occidental, con la UE como conejillo de indias, se ha dejado devorar por una serie de sucesivas reformas -llevadas a cabo por los políticos de turno- que lejos de mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos han contribuido a un lento y dramático deterioro del tejido social, económico, industrial e incluso ético y moral.

Este proceso ha sido orquestado por instituciones supranacionales, que son las que han dado las órdenes oportunas a los diferentes líderes políticos corruptos, para dar paso a un nuevo régimen totalitario-tecnocrático.

Lamentablemente, todas estas reformas, disfrazadas de progreso, han ido destruyendo todos los fundamentos del paradigma occidental, debilitando las conquistas sociales logradas de tantos siglos de lucha. La destrucción de sectores enteros de nuestra economía con leyes absurdas, más una inmigración masiva descontrolada están acabando con nuestras sociedades a un ritmo vertiginoso.

Los servicios públicos han sido siempre la piedra angular del Estado en las sociedades occidentales. Sin embargo, poco a poco se están desmantelando, debido a una política de privatizaciones, austeridad y cierres masivos de infraestructuras.

Estas políticas nos están llevando a que la desigualdad siga creciendo a un ritmo desenfrenado, a que la brecha entre ricos y pobres sea cada vez mayor y a que la clase media, motor de nuestras sociedades modernas, esté desapareciendo.

Paradójicamente, todo esto se está llevando a cabo en dentro de un contexto de democracia y justicia, que supuestamente son garantes de nuestra libertad. Pero tanto la democracia como la justicia se han convertido en herramientas de manipulación al servicio del poder global del dinero, al igual que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, esas que los tontos del culo piensan que está ahí para protegerles.

Todos los políticos de las últimas décadas, ya sean de derechas o de izquierdas, han sido cómplices de esta gran devastación, llevando a Occidente a la situación actual en la que se encuentra.

Estas reformas, lejos de ser avances y progreso para las naciones, han actuado como un veneno parsimonioso, haciendo a cada país más dependiente de este conglomerado de instituciones supranacionales. En definitiva, han favorecido sistemáticamente a las grandes corporaciones y poderes financieros, perjudicando los intereses y necesidades del pueblo.

Ahora Occidente está bajo la influencia de políticos vendidos al poder global del dinero, sujetos a los dictados del Estado profundo y los lobbies financieros. En conclusión, todos los países están viendo su soberanía arrebatada por una élite de plutócratas.

Si echamos la vista atrás, vemos que los sindicatos ya no son lo que eran y han sido debilitados, que los partidos políticos tradicionales se han vendido al poder global del dinero, y como la democracia y el sistema judicial se han corrompido hasta la médula.

Estamos inmersos en un proceso de deconstrucción económica y social, que está propiciando que la competitividad de Occidente se esté deteriorando lenta pero inexorablemente. Al trasladar las industrias a países de bajos costos (China, Taiwán,..), las fábricas han tenido que cerrar desapareciendo casi por completo los empleos manufactureros. Esto ha hecho aumentar el desempleo y, por consiguiente, la reducción de los salarios.

De este modo, la mayoría de países de Occidente, antaño orgullosos de su saber hacer manufacturero, se han vuelto cada vez más dependientes del sector servicios, con las consecuencias que ello implica en términos de precariedad y dependencia económica. Tenemos los ejemplos de Francia y Alemania, que hace tan solo 30 años se jactaban de ser los motores económicos de Europa y hoy sólo son una sombra de lo que fueron. Lo mismo le ha ocurrido a España, que ha pasado de ser la 8ª potencia económica del mundo, cuando tenía una deuda del 7% del PIB, en 1975, a tener una deuda del 105%, en 2024, y ocupar el puesto número 34 en el ranking de la economía mundial.

Pero el plan definitivo, diseñado para acabar con la libertad, la propiedad privada y el acceso a los recursos, es la falsa amenaza para el planeta del “cambio climático”. El propósito de las políticas de la agenda climática no es otro que el de convertir el mundo en una sola sociedad esclava, controlada por la IA y dirigida por una élite todopoderosa de tecnócratas.

No seamos ingenuos. La economía verde nada tiene que ver con el medio ambiente, es simplemente un nuevo paradigma de redistribución de la riqueza, para que las grandes corporaciones multinacionales y los poderes financieros sigan estafando y robando a las clases medias y bajas de todos los países.

La pregunta es: ¿por qué están desarrollando estas políticas que van directamente a la yugular de los ciudadanos? La respuesta a esta pregunta está en la Agenda 21 de la ONU -que elaboró el Club de Roma- decidida a llevar a cabo su plan de reducción drástica de la población mundial y la implementación de un nuevo sistema económico.

Según Rosa Koire, autora de “Behind the Green Mask” (Detrás de la máscara verde), esto es la Agenda 21, ahora reconvertida en Agenda 2030: “La Agenda 21 de Desarrollo Sostenible de la ONU es el plan de acción implementado en todo el mundo para inventariar y controlar toda la tierra, toda el agua, todos los minerales, todas las plantas, todos los animales, toda la construcción, todos los medios de producción, toda la energía, toda la educación, toda la información y todos los seres humanos del mundo”.

Para nuestra desgracia, hoy en día la mayor parte de los recursos del planeta, la mayoría de las multinacionales que los explotan y prácticamente el 100 % de las entidades financieras pertenecen a las mismas personas. De hecho, esté minúsculo grupo de personas (denominado “la élite”) controla el mundo entero e impone su agenda a toda la humanidad. Evidentemente, su objetivo nada tiene que ver con salvar el planeta o con salvaguardar nuestra seguridad y salud, sino con obtener gigantescos beneficios a través de diversas crisis económicas, guerras, pandemias, cambio climático o lo que haga falta.

Lamentablemente, esto es así porque la gente vive en los mundos de Yupi y es engañada permanente a través del lenguaje político. De ahí que vote, elección tras elección, a los mismos políticos que le engañaron y robaron en el pasado y le seguirán engañando y robando en el futuro.

No seamos ingenuos. El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras parezcan verdades, para que la corrupción se asemeje a la honradez y para hacernos creer que armarse hasta los dientes es la única manera de mantener la paz. En fin, un disparate tras otro.

Lamentablemente, nos hemos vuelto tan insensibles a las mentiras políticas que preferimos ignorarlas y seguir adelante como si no pasara nada. Es una estúpida manera de “proteccionismo” contra aquello que pensamos que no podemos combatir. Pero, ¿cómo que no lo podemos combatir? ¿Es que se nos ha olvidado que somos el 99%?

Aunque soy pesimista al respecto, hay mucha gente que piensa que estamos cerca del “gran despertar” de la humanidad. Pero para eso la gente primero tiene que dejar de vivir atemorizada por las mentiras de los medios de comunicación y, sobre todo, dejar de creer en las falsas promesas de los políticos y no votar.

Mi reflexión es: Si actualmente estamos esclavizados y manipulados por unos políticos mediocres y unos medios de comunicación propagandísticos vendidos al poder global de dinero, ¿qué pasará cuando la IA tome el control del mundo?

Si verdaderamente se va a producir el gran despertar de la humanidad tiene que ser ya, ahora. Nos queda muy poco tiempo, ya que la toma de control del mundo por parte de la IA está a la vuelta de la esquina. 

20 marzo 2025

¿QUÉ PASARÍA ANTE UNA HIPOTÉTICA GUERRA DE LA UE CON RUSIA?

La UE, con Emmanuel Macron, Friedrich Merz y Úrsula bon der Leyen a la cabeza, parece empeñada en entrar en guerra con Rusia. Al menos es lo que se desprende de las declaraciones que estos tres líderes europeos van difundiendo en cada foro en el que participan.

Una de dos, o nuestros políticos han perdido el juicio o están recibiendo órdenes de los de siempre para arrebatarles, tanto a Ucrania como a Rusia, sus riquísimos recursos naturales. Y es que al final siempre se trata de lo mismo: dinero, recursos y, en definitiva, negocios. Ya sabes, eso que suelen decir los mafiosos en las películas cuando asesinan o extorsionan a su víctima: “no es nada personal, son sólo negocios”. Pues eso.

Por muchas gilipolleces que nos cuenten a diario los medios de comunicación sobre la preocupación de Europa por el pueblo de Ucrania, no deja de ser otra de tantas mentiras. De hecho, Europa ni siquiera se preocupa por sus propios ciudadanos.

Una guerra con Rusia sería de unas consecuencias devastadoras, y lo saben. Entonces, ¿por qué Europa está interesada en entrar en ese conflicto?

Una hipotética guerra entre Europa y Rusia sería un escenario extremadamente grave, con consecuencias significativas a nivel global. Aunque a priori este tipo de conflicto es altamente improbable, sí deberíamos considerar –al menos nosotros- algunas de las posibles consecuencias, para en el hipotético caso de que ocurriera decir NO a la UE, al Gobierno y al mismísimo sursum corda.

En primer lugar debemos saber a quién nos enfrentamos.

Rusia es una potencia militar nuclear. Tiene un ejército poderoso y una vasta extensión territorial que le otorga ventaja en términos de recursos. Su arsenal nuclear es considerable, lo que, de utilizarse, tendrá efectos devastadores no solo para Europa, sino para todo el mundo.

En segundo lugar hemos de considerar qué consecuencias traerá.

Una guerra entre Europa y Rusia desembocará, sí o sí, en la Tercera Guerra Mundial, donde millones de personas huirán de las zonas más afectadas creando una crisis migratoria y humanitaria sin precedentes. Los ataques a ciudades y a infraestructuras generarán un alto número de víctimas civiles y la destrucción masiva de todo tipo de servicios esenciales para la supervivencia. También se verá afectada la cadena de suministros, perjudicando gravemente a la economía mundial y provocando aumento de precios, inflación, recesión económica y hambrunas por doquier.

Por último están las restricciones civiles y de derechos humanos.

En tiempos de guerra los derechos civiles suelen ser restringidos. El estado de emergencia, la ley marcial y los toques de queda serán implementados en prácticamente todo el mundo, lo que afectará a la vida cotidiana de los ciudadanos. Eso por no hablar de que en un conflicto de esta magnitud, para una sociedad tecnológica como la nuestra, los ciberataques estarán a la orden del día, con lo que eso significa dado el modo de vida actual.

En resumen, una hipotética guerra entre Europa y Rusia desencadenaría la destrucción del mundo tal y como lo conocemos. Mi pregunta es: ¿es eso lo que busca nuestra clase dirigente?

Si de lo que se trata es de llevar a buen puerto la Agenda 2030 de la ONU, el Gran Reinicio del FEM y el Nuevo Orden Mundial que tanto ansía la élite una Tercera Guerra Mundial es la herramienta perfecta para conseguirlo.

Sin embargo, basta que todos los corruptos políticos y sus prostitutas mediáticas nos estén dando la vara con la cada vez más cercana guerra con Rusia lo hace poco o nada creíble. Y es que utilizan unos argumentos tan peregrinos que no hay por donde cogerlos. Nos dicen que Rusia es una amenaza porque quiere invadir Europa ¿Pero de dónde se han sacado semejante estupidez? Ni Rusia quiere invadir Europa ni tiene suficientes fuerzas armadas para acometer una hazaña de tal magnitud.

Por otra parte, veo a nuestros políticos demasiado tranquilos y no parece que estén muy preocupados ante una posible Tercera Guerra Mundial. Elemental mi querido Watson, ya que, en el hipotético caso de una confrontación, ellos no tienen nada que temer, puesto que ni van a ir a luchar ni van a sufrir las calamidades que sí sufrirá el “populacho”.

Manipular a las masas siempre ha sido relativamente sencillo, pero ahora, con las nuevas herramientas de control y manipulación, es extraordinariamente fácil. Lo vemos todos los días: mujeres saliendo a la calle para reclamar unos derechos que ya tienen o gente enfrentándose entre sí por defender una ideología política que ni saben ni entienden realmente por qué lo hace.

La mayoría de españolitos nunca hemos estado al corriente de lo que ocurre entre Rusia y Ucrania, fundamentalmente por razones de lejanía geográfica. Lo único que sabemos es lo que nos dicen los medios de comunicación europeos, que nos presentan una Ucrania inocente víctima de una invasión por parte de una Rusia expansionista. Sin embargo, los hechos cuentan una historia muy diferente, en la que no voy a entrar ahora. Sólo decir que fue Occidente quien colocó a Zelenski en el poder: un pelele manipulable que no decide nada.

No seamos ingenuos. Las guerras siempre se libran por dinero. De hecho, no es por altruismo ni para salvar a la “inocente” Ucrania de los “malvados” Rusos que la UE, EEUU y el Reino Unido hayan invertido miles de millones de dólares en Ucrania, sino para asegurarse el acceso al botín que será el precio de la paz.

Sin embargo, existe la posibilidad real de que, efectivamente, el objetivo final sea el sueño húmedo de la élite: reducir drásticamente la población mundial y consolidar el control sobre los sobrevivientes. Y una guerra nuclear lograría ambas cosas: millones de muertos y el colapso absoluto de la economía. En definitiva, el borrón y cuenta nueva (Gran Reinicio) que FEM lleva años anunciando.

Un escenario como este pondría en valor el famoso “Informe DEAGEL”, que recoge un listado sobre la reducción de la población y los cambios del PIB en los países del mundo para el año 2025, en el que, por ejemplo, España vería reducida su población de 48 millones a 27 millones y su PIB mermado un 59%.

Pero las cosas no siempre son lo que parecen, y menos aún si los que las anuncian son políticos corruptos y mentirosos medios de comunicación.

A estas alturas de la película a nadie se le debería escapar que este mundo se mueve única y exclusivamente por dinero, no hay más. Por lo tanto, lo primero es preguntarse si hay dinero en todo esto. Pues sí, lo hay.

Recientemente, Úrsula von der Leyen ha anunciado una partida de 800.000 millones de euros de gasto para rearmar a la UE. La pregunta es: ¿rearmarla para qué, si Europa no tiene ninguna amenaza? Evidentemente, un rearme no se efectúa de la noche a la mañana, necesita años. Por eso este anuncio ha ocasionado que la industria armamentística europea haya visto incrementada su revalorización en Bolsa más de un 50%.

Dicho esto, se me ocurre una pregunta: Este rearme, aparte de generar unos inmensos beneficios para la industria armamentística, ¿es para defendernos de Rusia o para defenderles a ellos de nosotros? Lo digo porque últimamente en Europa –y me consta que también en EEUU- cada vez hay más gente harta de que le tomen el pelo, le frían a impuestos y le conduzcan a un futuro distópico incierto.

Quiero creer que esta gente no está tan loca como para desencadenar la Tercera Guerra Mundial que, irremisiblemente, sería nuclear. Sin embargo, ya existe una guerra y no son precisamente naciones las que luchan en ella, sino dos clases sociales: de un lado, las élites financieras, que detentan el poder absoluto, y del otro, el “populacho”, que siempre ha sido su enemigo. El objetivo de esta guerra es claro: mantener a la población mundial cada vez más controlada, empobrecida y esclavizada.

Mi reflexión final es la siguiente: si ya tienen en marcha esta guerra silenciosa, -que, por cierto, van ganando por goleada-, ¿para qué desencadenar la Tercera Guerra Mundial que se les podría ir de las manos?

Bajo mi punto de vista, los tambores de guerra sólo están sonando para amedrentarnos y llevarnos hacia un objetivo concreto que nos ocultan, aunque algunos intuimos. Y lo intuimos, porque ya lo hicieron con la falsa pandemia, cuando se acojonó a toda la población mundial con el fin de que se dejase inocular una sustancia (altamente peligrosa y mortal en algunos casos) que no había sido probada y sin el consentimiento informado (un procedimiento de exigencia ética y jurídica, a través del cual el paciente autoriza libre, voluntaria y conscientemente, previa información ofrecida por un profesional sanitario y tras su comprensión, a la realización de un acto clínico con él o sobre él).

Acabamos de ser testigos de cómo la presidente del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha anunciado el lanzamiento del Euro Digital -la moneda digital del Banco Central de la UE (CBDC)- para octubre de 2025. Mi pregunta es: ¿la amenaza de la guerra servirá de señuelo de distracción para colocarnos el Euro Digital y con ello la desaparición del dinero en efectivo? Salvando las distancias, para el “populacho” las consecuencias de una guerra serían terroríficas, pero la implantación del Euro Digital no le va a la zaga. 

10 marzo 2025

¿POR QUÉ LA ADMINISTRACIÓN TRUMP ESTÁ DANDO LA ESPALDA A LAS ENERGÍA VERDES?

Desde que Donald Trump llegó de nuevo a la Casa Blanca se ha producido un hecho hasta ahora insólito: el éxodo masivo de la mayoría de los actores implicados en el las “políticas verdes” para salvar el planeta.

La Reserva Federal (FED) ha abandonado la "Red del Sistema Financiero Verde". El fondo de inversiones mayor del mundo, BlackRock, y seis de los bancos más importantes de EEUU se han retirado de la alianza climática “cero emisiones”. El mismísimo Presidente Estadounidense, Donald Trump, anunció que volverán a los combustibles fósiles; concretamente dijo: “we'll drill, baby, we'll drill” (“perforaremos, nene, perforaremos”). Incluso la UE ha rebajado las exigencias medioambientales a las empresas.

Sin embargo, que la mayoría de los financiadores de estas “políticas verdes” se estén echando atrás no significa que los que se oponen a ellas hayan ganado la batalla. ¡Nada de eso! No hay más que ver que el “cambio climático” sigue instalado como parte de un gigantesco modelo de negocio.

Veamos los antecedentes.

A raíz de la película presentada por el político estadounidense, Al Gore, “Una verdad incómoda”, en la que se pinta un escenario catastrófico causado por el “calentamiento global” provocado por la actividad humana, la economía mundial pasó a formar parte de una “Agenda Verde” para supuestamente contribuir a salvar el planeta.

La orden que recibieron los políticos fue crear la legislación necesaria para dar paso al mercado de las “tecnologías climáticas” de las grandes empresas. De hecho, la UE ejerció una enorme presión sobre los países para que impulsaran esta demanda, promoviendo tecnologías como la energía eólica y solar en detrimento de la proveniente de los hidrocarburos. Fue de esta manera como se llegó a instalar mundialmente el término “huella de carbono”, criminalizando al CO2 para convertirlo en la moneda de cambio de todas las cosas. De por sí, estamos redistribuyendo de facto la riqueza mundial a través de la política del “cambio climático”. Y mientras los políticos siguen haciendo campaña por una mayor sostenibilidad del planeta, los multimillonarios se están, literalmente, forrando.

Ahora volvamos al principio, al éxodo masivo de la mayoría de actores implicados en el las “políticas verdes” para salvar el planeta.

La pregunta es: ¿por qué los inversores están dando la espalda a las energías verdes? Y otra más: ¿por qué Trump quiere volver a perforar para extraer hidrocarburos? ¿Es que ahora de repente ya no importa la salud del planeta? ¿O es que verdaderamente nunca ha importado? Por supuesto, hay una razón, y esa razón se llama inteligencia artificial (IA).

Ya la reunión de este año del Foro Económico Mundial se celebró bajo el lema "Cooperación en la Era Inteligente"; es decir, que el FEM ha decidido poner nuestro futuro en manos de la IA.

La IA se promociona como algo maravilloso que hará la vida más fácil a las personas, que creará nuevos puestos de trabajo y de la que no hay ningún motivo para preocuparse. Sin embargo, se esconde deliberadamente lo que puede llegar a ser: una amenaza real muy seria para toda la humanidad.

El hecho de que los poderosos tengan tanto interés en impulsarla se debe a que, evidentemente, será un gran negocio para ellos, además de la herramienta perfecta que estaban esperando como agua de mayo para ejercer el control definitivo de toda la humanidad.

Después de promocionar su “Agenda Verde”, en la que se han incorporado toda una serie de energías alternativas para acabar con las emisiones de CO2 a la atmósfera, se han encontrado con que la IA necesita cantidades enormes de energía, que ni los aerogeneradores eólicos ni los paneles solares son de lejos suficientes para abastecer esa demanda.

¿Pero por qué la inteligencia artificial requiere de tanta energía? Pues porque el consumo energético de la IA está relacionado con el procesamiento de datos masivos. Las redes neuronales profundas -una técnica común en la IA- requieren de muchos cálculos matemáticos para realizar sus tareas. Cada uno de estos cálculos se traduce en un gasto energético significativo que, según un estudio de Open AI, ha estado duplicándose cada tres meses desde 2012 y creciendo, obviamente.

Según dicen sus desarrolladores, entrenar modelos de IA puede consumir tanta energía como la que se necesita para alimentar varias viviendas durante un año. A modo de ejemplo, se estima que el entrenamiento del modelo GPT-3 consumió suficiente energía como para mantener iluminado un hogar promedio en EEUU durante 55 años. Entonces, la pregunta es: ¿con este consumo de energía la IA es sostenible? Desde luego que exclusivamente con aerogeneradores y paneles solares no.

La apuesta de la Administración Trump por la IA es prioritaria en su programa de gobierno. Por lo tanto, hará lo que sea necesario para llevar adelante su agenda. Y si la IA necesita cantidades ingentes de energía se las proporcionará, cueste lo que cueste. Ese es el motivo real por el cual la Administración Trump está abandonando, momentáneamente, la “Agenda Verde” de la ONU para volver a energías que no dependan del viento y del Sol exclusivamente.

Evidentemente, una de las alternativas, compatible con el “cambio climático”, es la energía nuclear. Pero como las centrales nucleares no pueden construirse de la noche a la mañana, mientras tanto tendrán que depender de los combustibles fósiles. Lo que es seguro, es que ya inventarán algo para justificar este cambio.

Actualmente el proyecto favorito de la élite es avanzar rápidamente en el desarrollo de la IA. Por lo tanto, si su nueva herramienta de control se ve seriamente amenazada por las fuentes energéticas limpias y sostenibles, que ellos mismos nos venden constantemente, las pondrán momentáneamente en “cuarentena” y acudirán a los tipos de energía convencionales. Entonces ya no les importará que las emisiones de CO2 a la atmósfera calienten el planeta, con tal de no poner en peligro el desarrollo de la IA.

De ahora en adelante, las alianzas climáticas sólo serán implementadas cuando sirvan a sus intereses -por cierto, como han hecho siempre-, lo que constata que nunca les importó la salud del planeta y menos aún la nuestra. Lo único que les interesa es el control absoluto de todos nosotros. Así que si tienen que decir “digo” donde antes dijeron “Diego” lo harán, no te quepa la menor duda. 

28 febrero 2025

TECNOLOGÍA: UN PROCESO DE MANIPULACIÓN Y CONTROL QUE NOS ESTÁ VOLVIENDO MÁS IMBÉCILES CADA DÍA

La tecnología es una herramienta fantástica cuando está en manos de personas lúcidas, inteligentes y equilibradas; por cierto, de las que precisamente no abundan.

Uno de los grandes errores cometidos por la humanidad es haber dejado que la tecnología se haya adueñado de nuestras vidas, trastocando por completo las relaciones humanas y muy probablemente nuestra propia existencia. De hecho, hay una cosa clara: en el mundo actual ya no podemos ni sabemos vivir sin ella.

Estamos en pleno proceso de transición de una sociedad industrial hacia una sociedad tecnológica anclada a la inteligencia artificial (IA). En buena lógica, debería llevarnos hacia una sociedad más libres, justa y equilibrada. Pero, ¡qué va! Paradójicamente está sucediendo todo lo contrario.

¿Por qué digo esto? Pues porque la sociedad actual no está preparada para sacarle partido a las nuevas tecnologías. Esto es debido a que la inmensa mayoría de nosotros nos encontramos sumidos en un estado de letargo intelectual, inducido por la paupérrima educación que recibimos más la podredumbre que absorbemos diariamente de la todopoderosa industria “mass media” y las redes sociales.

Es evidente que los dueños del mundo no quieren una sociedad de individuos sabios, inteligentes y competentes. Eso va en contra de los propios fundamentos de la sociedad, ya que personas así no pueden ser manipuladas, explotadas y forzadas a vivir como autómatas.

Que no te engañen. Por razones obvias, Ninguna sociedad -ni capitalista ni comunista- te quiere libre. De hecho, en el momento en el que una persona tiene el valor de abandonar el pensamiento único y utilizar su propia inteligencia se vuelve peligrosa para el sistema y, sobre todo, para las personas que ostentan el poder. Por cierto, se les suele llamar disidentes o anti sistema.   

Pero ahora el poder ha encontrado la herramienta perfecta para hacerse definitivamente con el control absoluto del planeta: la tecnología.

No tengo nada en contra de la tecnología -al contrario, me apasiona- pero he de reconocer que las nuevas herramientas tecnológicas a nuestro alcance se han convirtiendo en “armas de destrucción masiva” que están acabando con nuestra inteligencia, capacidad de pensar y, en definitiva, con nuestra libertad.

Siento decirlo, pero estas nuevas tecnologías en vez de hacernos más listos nos están haciendo más tontos. Son una pesadilla, un monitoreo continuo de cada uno de nosotros disfrazado de progreso tecnológico que supuestamente está lleno de ventajas. Bajo mi punto de vista, ha homogeneizado a escala mundial la imbecilidad: un proceso enfermizo que se repite constantemente a todas las escalas. Y lo paradójico, es que somos nosotros mismos los que voluntariamente nos hemos encadenado a ellas.

La élite lleva mucho tiempo diciendo -porque está convencida de ello- que sobra el 80% de la población. Asegura que ese 80% hace mucho ruido, ensucia, contamina, deteriora el medio ambiente, es irrelevante y no aporta nada a la sociedad. Son simplemente un porcentaje de sumisos trabajadores-consumidores, sin talento, que ya no hacen ninguna falta. Así que piensan que el planeta estaría mejor sin ellos.

Y digo yo. Ante semejante disparate, provocación y amenaza ¿cuál ha sido la respuesta de la sociedad? Ninguna, ya que la sociedad está absolutamente aletargada y no tiene capacidad de reacción. Y no tiene capacidad de reacción, entre otras cosas, porque la cantidad de información que recibimos a través de estas tecnologías satura nuestro cerebro, a la hora de procesar y evaluar la información, y así no hay manera de sacar nada en claro. Por consiguiente, si no lo tenemos claro, ¿cómo vamos a tener capacidad de reacción?

Jamás en la historia de la humanidad hemos dispuesto de unas herramientas tecnológicas que pueden solucionar, de una vez por todas, problemas tales como el hambre y la pobreza, por poner sólo un ejemplo. Sin embargo, las personas preparadas que podrían sacarle partido a estas tecnologías sólo están interesadas en lucrarse; el resto, las utilizamos casi de una manera exclusiva para acentuar aún más nuestra imbecilidad (que es mucha) convirtiéndola en bandera de toda una sociedad.

Podríamos decir que hay dos tipos de tecnología: la que utilizamos nosotros y la que dispone la élite. Evidentemente, la tecnología que nosotros conocemos y manejamos nada tiene que ver con la tecnología que poseen y manejan ellos. La que utilizamos nosotros, es una tecnología que, amén de hacernos totalmente dependientes, está acabando con nuestra capacidad de pensar. La que poseen ellos está a otro nivel, y es la que se utiliza para vigilarnos, manipularnos, censurarnos, controlarnos y llevarnos poco a poco a ese mundo Orwelliano que tanto anhelan.

La pregunta es: ¿tenemos alguna posibilidad de librarnos de esta pesadilla?

Veamos. Hay un hecho incontestable: salvo las personas que trabajan en estos temas –para la élite, naturalmente- el resto somos muy ignorantes al respecto. Entonces, ¿cómo podemos combatir algo que ignoramos? No podemos, así de simple. Los únicos que pueden librarnos son estas personas. ¿Lo harán?

Bien es verdad que una cosa es no saber nada sobre IA y otra muy distinta aceptar voluntariamente las consecuencias inquisitorias para la humanidad. Me refiero a cosas como la monitorización y vigilancia constante de todos nosotros, un sistema monetario esclavo (CBDC) vinculado a un carnet de crédito social o la modificación genética (transhumanismo) mediante, por ejemplo, la vacunación masiva obligatoria.

Cada día es más evidente que la élite mafiosa que domina el mundo quiere encadenarnos para siempre a un sistema tecnológico-digital. Su imperio de mentiras y corrupción ya no se oculta. De por sí, el Foro de Davos ya nos ha anunciado que en el futuro tecnológico que nos tiene preparado dejaremos de comportarnos como seres humanos para convertirnos en “otra cosa”. Lo que no tengo claro es si esa “otra cosa” nos va a gustar.

El plan que la élite tiene programado es que la IA lo domine todo. Quiere una sociedad tecnocrática, donde algoritmos, satélites, robots, drones y centros de datos masivos vigilen y controlen a cada uno de nosotros las 24 horas del día los 365 días del año.

Para llevar a buen puerto su plan han vuelto a colocar en la Casa Blanca a su títere favorito para la ocasión, Donald Trump, quien a su vez ha puesto al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) a Elon Musk: un multimillonario que no ha pasado por ningún proceso electoral ni rinde cuentas ante nadie.

Elon Musk es uno de los líderes de los tecnócratas multimillonarios de Silicon Valley. Su paso por el Gobierno de EEUU tiene un solo objetivo: demoler las instituciones estadounidenses y rehacerlas de acuerdo con las políticas del Gran Reinicio del Foro Económico Mundial.

Durante la última década la IA se ha extendido a la ingeniería, la industria o la medicina, permitiendo optimizar ciertos aspectos de esos campos. La pregunta que se ha hecho la élite es la siguiente: si la IA ha podido llevar a cabo con precisión el funcionamiento de una fábrica, ¿por qué no puede hacer lo mismo con el cuerpo humano o incluso con la mente? Y en eso están.

Si no hay nadie que se lo impida -y parece que no lo hay- la IA hará realidad el delirante sueño húmedo de la élite de construir una “mente colmena” de toda la humanidad: el pensamiento único de todos nosotros que ellos podrán manejar y manipular a su antojo.

Por cierto, ¿algo de esto no está ocurriendo ya? Si no, ¿cómo explicar el éxito arrollador de la falsa pandemia y la falacia del cambio climático antropogénico?

Lo dicho. Bajo mi punto de vista, la tecnología nos está volviendo más imbéciles cada día. Y esto no ha hecho nada más que empezar. 

ARANCELES VS GLOBALIZACIÓN

De nuevo otro episodio “apocalíptico” emitido por la tele “asustaviejas” y demás medios de comunicación. Esta vez dando la matraca a todas h...