No, no es que Europa, y en general Occidente, se haya vuelto idiota y
esté dejándose invadir por una masa descomunal de extranjeros, sino que cumple
con lo establecido en el Pacto de las Naciones Unidas sobre Migración (PMM).
Al igual que la Agenda 2030, el PMM es otro proyecto de la ONU en el
que los ciudadanos tampoco hemos tenido ni voz ni voto.
Pero, ¿qué es el Pacto Mundial para la Migración?
Según Naciones Unidas, el Pacto Mundial para la Migración Segura,
Ordenada y Regular es un acuerdo intergubernamental, no vinculante
jurídicamente, que establece un marco de cooperación para la gestión de la
migración internacional. Fue aprobado por los Estados miembros de la ONU
en 2018 y consta de 10 principios y 23 objetivos que abordan todas las
dimensiones de la migración. Este pacto busca mejorar la cooperación
internacional, respetar la soberanía nacional, proteger los derechos humanos de
los migrantes y fomentar su contribución al desarrollo sostenible, abordando
tanto los factores que impulsan la migración como sus riesgos y
vulnerabilidades.
Como siempre, las palabras sobre el papel quedan estupendamente (el
papel lo aguanta todo), pero cuando miras a tu alrededor enseguida te das
cuenta de que nada de lo que se dice en el PMM tiene que ver con la realidad.
El Pacto Mundial para la Migración (PMM) ha dejado una cosa clara: la migración
ya no debe considerarse como algo que se produce esporádicamente, sino algo “normal”
y “positivo” que se origina regularmente. De hecho, ahora la migración se
define como una realidad deseada que tiene que ser promovida y facilitada, y donde los
países receptores deben reestructurar sus estructuras (alojamientos, colegios,
mercado laboral, etc.) para no sólo aceptar la migración, sino promoverla
activamente.
Está claro que lo que persigue este Pacto no es otra cosa que nos
mezclemos todos para unificar el mundo (Nuevo Orden Mundial). Y no digo yo que
un mudo unificado sea malo, pero para eso antes tiene que haber más igualdad y
respeto por las diferentes culturas, y no lo hay. Evidentemente, sería
maravilloso un mundo sin fronteras, sin fanatismos religiosos e ideológicos y
sin oligarcas psicóticos, pero hoy por hoy es una utopía.
Antes de nada conviene aclarar que la migración legal, controlada y que
se integra en el país de acogida -sea de la raza que sea- siempre es bienvenida
y no supone ningún problema, al contrario, es útil y en algunos casos necesaria.
Ahora bien, lo que no podemos es aceptar a todo aquel que viene a delinquir, a
vivir de subvenciones, a tratar de imponernos su cultura despreciando y
atacando la nuestra y a todos los supuestos menores de edad no acompañados que
proliferan como setas. Eso por no hablar del creciente y lucrativo negocio de
las mafias que trafican con personas.
Por supuesto, a todo aquel que se atreva a criticar el PMM o utilice la
afección “migración masiva” se le tildará de supremacista blanco, fascista,
racista, xenófobo y otras etiquetas que podrían derivar en “delito de odio”
contra los migrantes.
Ahora se entiende mejor por qué Europa está siendo invadida por una
masa ingente de migrantes, ¿verdad? Por lo tanto, mientras el PMM esté en vigor
la migración no va a parar y seguirá creciendo.
Según Eurostat, estas son las cifras del porcentaje de población
extranjera que tiene cada país de Europa actualmente.
El país que más migración ha recibido hasta la fecha es Liechtenstien,
donde el 70% de su población es extranjera. Le sigue Luxemburgo con un 51% de
extranjeros. A continuación tenemos a Suiza y Malta con un 31%. Luego está
Irlanda 23%, Austria 22%, Islandia 21%, Suecia 21 %, Alemania y Bélgica 20%,
Chipre 19%, Noruega y España 18%, Países Bajos y Portugal 16%, Eslovenia,
Francia y Dinamarca 15%, Croacia 14%, Letonia 13%, Estonia y Grecia 12%, Italia
11%, República Checa 10%, Hungría 7%, Lituania 5%, Eslovaquia 4% y Bulgaria,
Rumanía y Polonia 3%.
Ahora bien, hay que matizar que, por ejemplo, Liechtenstien tiene una
población total de 40.000 habitantes. Esto supone que si tiene un 70% de migrantes
son solamente 28.000 personas extranjeras. Sin embargo, España, con 49 millones
de habitantes, tiene una migración de 8,8 millones, de los cuales 800.000 son
nacidos en Europa y el resto (8 millones) nacidos fuera de Europa. Nada que ver
con Luxembugo, que de sus 637.000 habitantes 343.000 (51%) son extranjeros, de
los cuales 221.000 son nacidos en Europa y 122.000 nacidos fuera de Europa.
Indudablemente, no es lo mismo recibir una migración procedente de la
misma cultura que recibir una migración de otras culturas diferentes a la del
país anfitrión. En este sentido, las consecuencias en la vida cotidiana pueden
derivar en más inseguridad y violencia por el encontronazo de dos culturas
antagónicas, que terminan generando tensiones entre autóctonos y migrantes.
El “buenismo” migratorio que predican los políticos nada tiene que ver
con la realidad, y lo saben. Ese “buenismo” –que no lo es- poco a poco está
fomentando un sentimiento de odio entre las diferentes culturas. Los
enfrentamientos entre migrantes y autóctonos son ahora habituales en casi todos
los países europeos, donde los ataques con armas, las violaciones en grupo o
las peleas están a la orden del día. Tal es así, que incluso ya hay barrios
enteros en ciudades de países como Francia o Reino Unido, donde un ciudadano
autóctono no puede entrar porque los migrantes lo consideran como su
territorio. Y claro está, si te quejas o lo denuncias eres tú el que acabas
siendo etiquetado de xenófobo, racista o fascista.
Tanto hablar de democracia y resulta que nunca se preguntó a la
población si apoyaba esta política migratoria. Simplemente se está implementando,
sin que la ciudadanía sepa que es un plan diseñado por la ONU para invadir sus
países. El resultado: el relevo poblacional se está llevando a cabo a una
velocidad de vértigo, haciendo a Europa más inculta e insegura.
Pero lejos de vislumbrar un final, con cada nueva ola de migración la
situación empeora. Sin embargo, para los políticos y los medios de comunicación
paniaguados la vida es de color rosa. Y es que el papel que desempeñan los
grandes medios de comunicación es crucial para llevar a buen puerto este plan.
Los debates en este sentido son inexistentes, censurados, obstaculizados o
difamados. El mensaje que transmiten es claro: “La migración es conveniente e
inevitable”. Todo lo demás se descarta como discurso de odio.
Los datos de Eurostat muestran la mayor transformación silenciosa
en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. En Alemania, Reino Unido o Francia
está creciendo una sociedad paralela. En Europa occidental la población
autóctona se está convirtiendo en minoritaria en cada vez más ciudades. Y si
alguien se resiste al PMM, como es el caso de algunos países del Este, reciben
sanciones y ataques periódicos de Bruselas.
Pero las cosas nunca son lo que parecen. Aquí sólo hay una realidad: tanto
la derecha como la izquierda están a favor del PMM de Naciones Unidas. Porque,
¿alguien ha oído alguna vez a la patronal quejarse de la migración ilegal? No
¿verdad? ¿Y qué pasa con la izquierda? La política de la izquierda era
desarrollar a todos los países para que nadie tuviera que emigrar, sin embargo,
se ha aliado con lo peorcito de la humanidad -los neonazis globalistas-
convirtiéndose en traficante de esclavos para servírselos en bandeja a la
patronal. ¡Surrealista! ¿Verdad? Pues no, no lo es, es parte del PLAN de Naciones
Unidas para avanzar en su Nuevo Orden Mundial.
Luego está la hipocresía de todos aquellos que se sienten moralmente
superiores para dar lecciones de humanidad a los demás. Y es que no es ningún
secreto que los migrantes son constantemente explotados. Está explotación, amén
de ser ejercida sistemáticamente por la patronal, ahora también la ejercen los
ciudadanos de a pie. Porque, ¿quién no tiene una asistenta marroquí o un
jardinero colombiano a su servicio por ese precio? El pretexto de que los
migrantes están haciendo el trabajo que los españoles no quieren hacer no es
del todo cierto. Evidentemente, no quieren hacerlo por el salario que cobra un migrante,
pero por un sueldo decente claro que lo harían.
Resumiendo, los que están fomentando la migración masiva son los globalistas
para imponernos su Nuevo Orden Mundial. Por cierto, lo mismo que hacen los 53
líderes mundiales reunidos en Belén (Brasil) para salvar al planeta del “cambio
climático”. ¿Han ido allí en bicicleta? Evidentemente no, han ido en aviones que,
según ellos, emiten gases de efecto invernadero, como el CO2, además
de otros gases y partículas que contribuyen al “calentamiento del planeta” y a
la contaminación del aire. Eso por no hablar de los cruceros súper
contaminantes fletados para el alojamiento de los cerca de 50.000 participantes
en la COP30. Así que mientras hablan de imponernos restricciones al resto del
mundo, para reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera, ellos se
pasan esas restricciones por el arco del triunfo. Ya sabes: “Haz lo que yo
digo, pero no lo que yo hago”.
¿Hasta cuándo vamos a seguir tragando tanta estulticia?
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