20 noviembre 2025

SÍ, EL GOBIERNO NOS ROBA

¿Alguien ha echado la cuenta de lo que pagamos los españoles en impuestos a lo largo de nuestra vida? Pues sí, alguien se ha tomado la molestia y lo ha calculado.

Según el estudio elaborado por el think tank, Civismo, un trabajador español medio, que trabaja desde los 18 hasta los 65 años, paga en impuestos alrededor de 456.500 euros en IRPF, cotizaciones sociales, IVA, impuestos especiales y otros gravámenes a lo largo de su vida laboral. Esto, traducido a términos porcentuales, supone que el trabajador español medio paga el 37,5% de sus ingresos a Hacienda.

Pero la cosa no termina aquí. Durante la jubilación (pongamos que se jubila a los 65 años y vive hasta los 83) paga aun más impuestos que cuando está en activo. Según dicho estudio, un jubilado medio paga 128.700 euros en impuestos durante esos 18 años de jubilación. Esto supone un 15,25% más que añadir al 37,5% que pago durante su periodo de actividad laboral. Por lo tanto, el total de la carga fiscal asciende al 52,75% de sus ingresos, lo que supone una media de 585.200 euros que paga en impuestos durante toda su vida.

La conclusión del estudio es que el contribuyente medio español habrá entregado 27 años de su sueldo íntegro a Hacienda. Esto significa que si empezó a tener ingresos a los 18 años no alcanzará su año de liberación fiscal hasta que cumpla los 45 años de edad, que no es moco de pavo.

Y la pregunta inevitable es: ¿nos compensa dar 27 años de nuestra vida a cambio de lo que recibimos? En mi modesta opinión creo que no.

Ni las mejores infraestructuras ni la mejor sanidad y educación valen 27 años de nuestra vida. Pero ya nos gustaría que nuestros impuestos repercutieran en esos servicios. Sin embargo, la realidad es que el sueldo de esos 27 años nos es robado para ser malgastado en mantener a castas privilegiadas y parásitos de toda índole entre los que se encuentran políticos, militares, policías, banqueros, Estado, ONGs, 17 mini reinos de taifas y toda una pléyade de pesebres diversos. Y esto sin tener en cuenta el peor de todos los impuestos, la inflación.

Según el Instituto Nacional de Estadística, de enero 1.977 a enero 2.017 (40 años) la variación del IPC en España fue del 810,7% (si crees que exagero puedes comprobarlo tú mismo en el enlace que adjunto de la web del INE http://www.ine.es/varipc/index.do). Pues bien. En estos 40 años los salarios y las pensiones unas veces han estado indexados al IPC y otras no. Sin embargo, la pérdida de poder adquisitivo, sobre todo para las rentas más bajas, se ha notado y mucho.

Para que nos hagamos una idea de lo que estamos hablando, en el año 1977 un directivo cobraba unas 92.000 pesetas mensuales (553 €/mes); un peón albañil, unas 20.800 pts./mes (125 €/mes) y el salario mínimo interprofesional estaba en 13.200 pts./mes (79 €/mes). Si en estos 40 años los salarios hubieran subido realmente en la misma proporción que el IPC, es decir un 810,7%, un directivo tendría que cobrar actualmente 448.317 €/mes, un peón albañil 101.337 €/mes y el salario mínimo interprofesional debería estar en 64.045 €/mes que, evidentemente, no se acerca ni por asomo a los salarios actuales. ¿Te das cuenta el vil robo que supone la inflación?

Técnicamente hablando, la inflación se produce cuando hay demasiada demanda para la oferta actual, ya sea porque la demanda está subiendo, la oferta está bajando o ambas cosas. Naturalmente, la inflación es mala para los activos con interés nominal cero, como es el caso del dinero en efectivo no invertido. Así que por mucho que se empeñen los economistas en desmentirlo, la realidad es que la inflación es un robo a mano armada y un impuesto encubierto, donde las personas con rentas más bajas son las más perjudicadas.

Que los ricos defiendan el actual sistema monetario es entendible, pero lo que no entiendo es qué hacemos el resto jugando a este estúpido juego en el que siempre gana la banca.

Malgastar 27 años de nuestra vida en pagar impuestos es la cosa más estúpida y demencial que podemos hacer, ya que estamos colaborando a mantener el estado actual de las cosas. Y no lo dudes: es una extorsión en toda regla.

Por supuesto, la gran mayoría adoctrinada podrá el grito en el cielo con lo que acabo de decir. Dirá que sin impuestos no tendríamos sanidad, educación, infraestructuras y un larguísimo etcétera. Pues bien. Esta creencia popular, altamente extendida, simplemente no es verdad, pero ese es otro debate.

27 años de sueldo de cada españolito es mucho dinero como para cubrir con creces las necesidades de cada uno de nosotros. Entonces, ¿qué hacen con nuestro dinero? Pues ya te lo digo yo: robarlo, malgastarlo y utilizarlo para mantenernos donde estamos.

Si lo piensas, sólo hay un cáncer en nuestra sociedad culpable de todos los males. Ese cáncer no es otro que el dinero, el cual ha dado lugar a la cleptocrácia: un sistema donde prima el enriquecimiento de unos pocos a expensas del trabajo de muchos. O más concretamente: un sistema creado por un puñado de “tíos listos” para robar a la inmensa mayoría de “tontos”.

Y ahora la pregunta inevitable: ¿Un mundo sin dinero es posible? Pues claro que sí. Pero deshacerse del dinero sería poner el mundo patas arriba, y no es precisamente lo que desean los que lo controlan, que no son otros que los banqueros dueños del sistema monetario y, por ende, del mundo.

Evidentemente, un mundo sin dinero significa eliminar el intercambio monetario; es decir, billetes, monedas, tarjetas o criptomonedas como medio de pago para obtener bienes y servicios. En su lugar la sociedad tendría que organizar la producción, distribución y acceso a los recursos de otra manera.

Hoy en día hay desarrolladas diferentes alternativas como, por ejemplo, la Economía Basada en Recursos (EBR), popularizada por Jacque Fresco y su Proyecto Venus; la Economía Colaborativa (EC), donde las personas contribuyen según sus capacidades y reciben según sus necesidades o la Economía de la Automatización y la Abundancia (EAA), en la que la inteligencia artificial y la robótica cubran todas las necesidades humanas y todos tengan acceso libre a los bienes y servicios básicos. Indudablemente, los dueños del sistema monetario no quieren oír hablar ni por asomo sobre ninguna alternativa a su sistema monetario por razones obvias.

Uno de los argumentos más utilizados para defender el actual sistema monetario, es que en una sociedad global (que no globalizada) avanzada, donde el dinero ya no existiera, ¿qué aliciente tendrían las personas? Pues, ¡menudo problema! Sencillamente, la motivación sería diferente: hoy colaboras en un proyecto de investigación, otro día enseñas música a niños,… simplemente porque te apasiona hacerlo o porque la comunidad lo necesita.

Obviamente, vivir en un mundo sin dinero no sería una utopía mágica, sino el resultado de una magnífica educación cívica y siglos de evolución ética y tecnológica, puesto que no se trata sólo de eliminar el dinero, sino de cambiar la lógica que lo hizo necesario: la escasez, la competencia y el control.

Sin embargo, sea cual sea la alternativa hay una cosa clara: sin dinero este mundo estaría mejor.

¿Te has parado a pensar en los beneficios de la erradicación del dinero?

Sin dinero no habría banqueros ni intermediarios especuladores. Por supuesto, no serían necesarios los políticos, ya que no existirían impuestos. Tampoco tendríamos inflación, derivados financieros, fondos de cobertura y un sinfín de productos tóxicos engañosos. Y lo más importante: no habría ricos ni pobres, así que adiós a las élites adineradas (los “tíos listos”) que tanto daño hacen a la humanidad.

Pero me temo que, de momento, esto que acabo de exponer no es más que una utopía, ya que, por desgracia, lejos de desaparecer el dinero está evolucionando hacia algo completamente diferente a lo que conocemos. Gracias a las nuevas tecnologías se está creando todo un nuevo entramado financiero en el que los bancos centrales lo determinarán todo (ya prácticamente lo hacen). Esta transformación se está llevando a cabo sigilosamente y, como siempre, sin el consentimiento de la gente. Según sus creadores, será un sistema monetario más “seguro” y “estable” y con el mecanismo de control más sofisticado jamás visto.

Obviamente, no hace falta ser muy listo que digamos para darse cuenta de que este nuevo dinero (las CBDC), que se promociona como más seguro y eficiente, es una trampa mortal, ya que se podrá activar y desactivar a voluntad de quien lo controla, además de ser rastreable y programable. Por lo tanto, con el nuevo sistema monetario el gobierno ya no necesitará engañarnos para robarnos. Ahora él tendrá nuestra billetera y sacará de ella el dinero que le plazca y cuando le plazca.

Definitivamente, sí: el gobierno nos roba y nos seguirá robando mientras nosotros lo consintamos.

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