10 junio 2025

NECESITAMOS ALGO MÁS QUE UN CAMBIO DE POLÍTICOS

Europa fue el primer continente en terminar con la pobreza de las masas, basándose en unos valores que defienden que cada ser humano es único, irrepetible y de una valía ilimitada. Pero estos valores están siendo puestos en tela de juicio por el falso “progresismo barato” de la clase política (sea del signo que sea), que a través de su obsesiva agenda verde y toda esa nueva “cultura woke” nos está llevando a la ruina ética, moral y económica. Y, cuando hablo de “progresismo barato”, no me refiero únicamente a los “progres” de izquierda, sino también a los de derechas, pues ambos son fervientes seguidores de la Agenda 2030.

Lo que están haciendo nuestros políticos no tiene nada que ver con el progreso (en mi modesta opinión, creo que ni siquiera saben qué significa esa palabra). Más bien nos están llevando a una involución (deliberada o no) enfrentando de nuevo a la sociedad: izquierda contra derecha, hombres contra mujeres, negros contra blancos, heterosexuales contra homosexuales, etc.

La mayoría de países occidentales están atrapados en un bucle de “crisis sistémicas”, originadas por una mediocre clase política de ineptos. Sin embargo, el problema no son las crisis continuadas, el problema son los políticos.

Las crisis no se solucionan simplemente con la sustitución de un político por otro, ya que los problemas estructurales de cada país exigen reformas profundas que vayan más allá de cambiar el color del partido político en el poder. De hecho, los políticos nunca han sabido resolver nada, sólo promulgar leyes restrictivas para ocultar su incapacidad de gestión.

En el caso de España, el esperpento de nuestra clase política raya en la más absoluta ignominia (ver corrupción política en España).

Tenemos un Gobierno que legisla a base de Decretazos, que reforma el Código Penal a su conveniencia, que infiltra en la Fiscalía General del Estado a uno de los suyos, que tiene ordeno y mando sobre el Tribunal Constitucional, que indulta y amnistía a otros políticos con delitos de alta traición y que se asocia con grupos afines a terroristas que en el pasado mataron a sus propios compañeros.

¿Y qué decir de la oposición? Pues más de lo mismo: los casos de corrupción se amontonan en los juzgados como la trama Púnica, la Gürtel, el caso Bárcenas, el del Auditorio en Murcia, Arena en Galicia, Andrach en Baleares, etc.

Dicho esto, está claro que cambiar a los rojos por los azules no va a solucionar nada. De hecho, les hemos ido alternando en el poder en el transcurso de los últimos 50 años y las cosas no sólo no han ido mejor, sino que han ido a peor.

Lo primero que deberíamos hacer es redactar y blindar una nueva Constitución, fortalecer la separación de poderes y garantizar que las instituciones no sean utilizadas a su antojo por ningún presidente de gobierno con delirios de grandeza. Y lo segundo, y más importante, acabar con la partitocracia.

Gestionar un país sin partidos políticos es un modelo político alternativo que rompe con la estructura tradicional de representación basada en agrupaciones ideológicas de partidos. Aunque bien es verdad que es algo raro y complejo, sin embargo existen teorías, propuestas y algunas experiencias prácticas que ayudan a imaginar cómo podría llegar a funcionar un país sin partidos políticos.

Un país sin partidos políticos podría elegir a sus representantes por su experiencia profesional, dotes extraordinarias o trayectoria intachable. Sería una especie de democracia directa o participativa, con mecanismos como referendos, plebiscitos, iniciativas ciudadanas y asambleas populares.

Los ministerios y otras áreas técnicas estarían a cargo de profesionales elegidos por sus conocimientos en la materia y no por lealtades políticas. Las decisiones se tomarían en niveles locales o regionales, reduciendo la concentración en el poder central. Las autoridades electas no podrían ser reelegidas, y los cargos serían de corta duración para evitar clientelismo o la acumulación de poder. Todos los cargos estarían sometidos a auditorías abiertas y rendición de cuentas constantemente. Se utilizarían plataformas digitales para que los ciudadanos puedan opinar, votar o proponer leyes. El ciudadano tendría el derecho a revocar autoridades si no se comportan con honestidad o se demuestra su nula valía para el cargo. Y, por supuesto, toda ley debería ser aprobada o vetada en referéndum antes de su entrada en vigor. ¡Ah! Y nadie tendría privilegios como, por ejemplo, aforamientos.

Pero para llevar a cabo esto -o algo parecido a esto- se necesitaría un sistema educativo de calidad donde formar ciudadanos responsables, libres, críticos y con verdaderos conocimientos.

Este modelo -aunque tampoco sería perfecto- tendría ventajas sobre el modelo actual, como un mayor control ciudadano y la eliminación del clientelismo. Sin embargo, también existiría el riesgo de fragmentación o falta de estabilidad si no se contara con una cultura cívica madura y adecuada.

Salvando las distancias, tenemos el ejemplo de Suiza que, aunque tiene partidos políticos, gran parte del poder reside en los cantones y usa mucha democracia directa con referendos constantes para casi todo. No olvidemos que Suiza es hoy en día el quinto país del mundo por renta per cápita y posee uno de los mejores índices de vida.

Y ahora la pregunta del millón: ¿es esto posible? Lo es. Y otra más: ¿tenemos los medios suficientes para llevarlo a cabo? Los tenemos. Entonces, ¿qué nos impide hacerlo? Y ahí chocamos con lo de siempre: porque nuestros dueños no quieren.

Los dueños del mundo son los que marcan la agenda a los políticos para mantener al pueblo en la ignorancia. Tienen secuestrada la tecnología al igual que el conocimiento. Las grandes multinacionales de las diferentes industrias disponen de patentes tecnológicas avanzadas que no salen a la luz por meros intereses geopolíticos y económicos. Y lo mismo ocurre con el conocimiento.

No le des más vueltas. No es verdad que tengamos que seguir anclados a este sistema de partidos políticos. Han llegado a convencernos de que no hay más paradigma que este, y les hemos creído. Y es que somos extremadamente crédulos y obedientes, como pudimos constatar durante la falsa pandemia.

Una sociedad plagada de estúpidos crédulos ignorantes es muy fácil de manipular, engañar y hacerla comulgar con ruedas de molino.  Y es que la estupidez es mil veces más destructiva que la maldad. La maldad se puede combatir, la estupidez no. Por lo tanto, lo que necesitamos es una dura y machacona campaña contra la estupidez. Mientras esto no se produzca, jamás cambiaremos de paradigma ni podremos arrebatar el poder a los maníacos que nos tienen bajo la suela de su zapato. 

31 mayo 2025

AUTISMO: UNA AUTÉNTICA PLAGA QUE NO PARECE IMPORTAR A NADIE

En EEUU, en un reciente estudio del “Centro de Control y Prevención de Enfermedades” (CDC) titulado “Prevalencia e identificación temprana del trastorno del espectro autista en niños de 4 y 8 años -Red de Monitoreo del Autismo y las Discapacidades del Desarrollo, 16 sitios- Estados Unidos, 2022”, se encontraron las siguientes estadísticas preocupantes:

En 1970 había un niño con trastorno del espectro autista (TAE) por cada 10.000 niños.

En 1980: uno de cada 3.000 niños.

En 1990: uno de cada 1.000 niños.

En 2000: uno de cada 150 niños.

En 2010: uno de cada 68 niños.

En 2020: uno de cada 36 niños.

Y en 2022: uno de cada 31 niños.

Esto supone que el TAE aumentó un 32.000% en niños de 8 años en EEUU.

En España, de acuerdo a los datos extraídos del último informe de la Confederación Autismo España (CAE) titulado “Datos de alumnado general no universitario con trastorno del espectro del autismo”, el número de alumnos con autismo en el sistema educativo español se han multiplicado por cuatro en poco más de una década, produciéndose de manera continuada en los últimos 12 cursos escolares. Así, se ha pasando de 19.023 alumnos autistas en el curso 2011-2012 a 78.063 en el curso 2022-2023, lo que supone un incremento del 310,36% (datos e imagen obtenidos en cienciaysalud.com).

Para cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad estos datos son extremadamente alarmantes. Sin embargo, no parecen preocupar a nadie. Solamente los afectados son conscientes de tan dramática situación.

La mayoría de padres con hijos autistas creen, porque lo han vivido, que la cantidad enorme de vacunas que reciben los niños son las causantes de esta situación. Sin embargo, ningún organismo oficial con competencia en la materia se ha tomado la molestia de investigar esta denuncia. Evidentemente, esto es debido a que la industria farmacéutica tiene metidas sus zarpas en todas partes.

Según los fabricantes de vacunas, todas son “seguras”, “eficaces”, han salvado millones de vidas y evitado sufrimientos innecesarios. Por lo tanto -también según ellos- ningún ser humano debería verse privado de estos beneficios. Lo que no mencionan, es que hay literatura y estudios revisados por pares que dicen exactamente todo lo contrario. Así que la pregunta inevitable es: ¿por qué no hay debate al respecto? Pues porque la todopoderosa industria farmacéutica no quiere arriesgarse a perder sus enormes beneficios. Así de simple

Por otro lado, los tratamientos para combatir o paliar el autismo generan a la industria farmacéutica cientos de miles de millones de dólares en ganancias cada año. Así que es fácil de entender que no quieran que la epidemia de autismo termine. ¡Increíble! ¿Verdad?: Ellos generan el problema con las vacunas y luego ofrecen la solución con sus tratamientos. Es decir, se lo llevan crudo con el problema y luego con la solución.

Está claro que de seguir ignorando esta realidad no tardando mucho el autismo se habrá convertido en una auténtica plaga, si es que no lo es ya. Creo que la sociedad no es consciente de lo que significa un mundo lleno de autistas. Pues veamos a lo que nos enfrentamos.

Las personas autistas tienen una variedad de limitaciones o desafíos que varía mucho entre individuos. Un mundo lleno de autistas significa que la inmensa mayoría de las personas tendrán problemas para comprender o usar el lenguaje verbal y no verbal (gestos, tono de voz o expresiones faciales); dificultad para iniciar o mantener una conversación; limitaciones a la hora de interpretar normas sociales implícitas (por ejemplo, mantener contacto visual o respetar turnos); problemas para desarrollar o mantener amistades; preferencia por estar solos o poco interés en actividades sociales; apego a rutinas estrictas y malestar ante cambios inesperados; interés muy intenso o restringido en temas específicos; hipersensibilidad o hiposensibilidad a estímulos como luces, sonidos, texturas, sabores u olores; reacciones extremas a ruidos fuertes, ciertas telas o luces brillantes y problemas con la planificación, organización o manejo del tiempo. Por el contrario, también es verdad que muchas personas autistas pueden tener otras habilidades, como una gran memoria, pensamiento lógico o ser excepcionales en áreas como matemáticas, música o programación.

Pero no sólo ha aumentado el autismo de una forma alarmante, sino también el resto de enfermedades y otras nuevas. Paradójicamente, aquí hay algo que no cuadra, ¿cómo puede ser que en la era más avanzada de la medicina haya más enfermedades y más enfermos que nunca? ¿Qué está pasando?

Pues pasa que la medicina moderna ya no se rige por el principio “primum non nocere” (lo primero es no hacer daño). Ahora todo se reduce a una transacción comercial “paciente-médico-bigfarma”, amparada en una pseudociencia que experimenta directamente con seres humanos sin su consentimiento (lo vimos durante la falsa pandemia cuando se inoculo a la gente “vacunas” experimentales sin el consentimiento informado).

Salvando las distancias, el sacrificio de niños inocentes, llevados a cabo en otros tiempos en forma de rituales sangrientos, hoy se hace en los hospitales bajo la legitimidad de unas leyes que les obliga a inocularse vacunas a cascoporro. En definitiva, se ha cambiado el cuchillo por la jeringuilla, los sumos sacerdotes por médicos y los rituales sangrientos por protocolos sanitarios.

Sinceramente creo que no me equivoco si digo que a la inmensa mayoría de la sociedad el aumento de autismo le importa un rábano. Y no le importa, porque somos una sociedad acostumbrada a relativizar el dolor ajeno mirando hacia otro lado. Nos hemos convertido en seres estúpidos, indiferentes y anestesiados. Y lo que roza en la degeneración más absoluta: seríamos capaces de vender a nuestra propia madre con tal de seguir manteniendo nuestro culo pegado a la silla del falso confort en que vivimos.

Definitivamente, hay días que pienso que no tenemos solución.
 

20 mayo 2025

NUEVAS ARMAS PARA GUERRAS NO DECLARADAS

Los ejércitos modernos están cada vez más orientados hacia el desarrollo de armas tecnológicas en lugar de las bombas tradicionales. Hoy en día la tecnología militar se enfoca en sistemas de armas inteligentes, comunicaciones avanzadas, vehículos no tripulados y ciberseguridad. Sin embargo, las nuevas armas inteligentes, especialmente aquellas que surgen del avance tecnológico y científico, presentan una serie de peligros significativos tanto para la seguridad global como para los derechos humanos.

Veamos algunas de las más destacadas.

Las armas autónomas, como drones y robots militares, pueden seleccionar y atacar objetivos sin la intervención humana. Las cibernéticas, o herramientas digitales, son capaces de sabotear infraestructuras críticas como hospitales, redes eléctricas y sistemas bancarios, generando un caos económico, social y político sin efectuar un solo disparo. Las nucleares avanzadas, o “mini-nukes”, hacen más “tolerable” su uso táctico, bajando el umbral del uso nuclear en una guerra total. Las armas biológicas y químicas, modificadas genéticamente, son diseñadas para atacar poblaciones específicas, pudiendo provocar pandemias artificiales incontrolables. Las basadas en tecnología genética CRISPR (tecnología que permite cortar y editar el ADN) son personalizadas y pueden tener efectos impredecibles en la futura evolución biológica. Las armas climáticas, pueden provocar sequías o inundaciones prolongadas. Por último, tenemos las armas espaciales de energía dirigida mediante láseres o microondas, que pueden destruir satélites y redes de comunicación.

Hablemos ahora de las armas más desconocidas y peligrosas para el gran público en general: las biológicas y cibernéticas.

De todas las armas nombradas anteriormente, las biológicas y cibernéticas representan dos de los mayores desafíos contemporáneos porque son invisibles, difíciles de atribuir y sus consecuencias pueden ser extremadamente catastróficas.

Armas biológicas

Las armas biológicas son sustancias patógenas (virus, bacterias, toxinas,..) diseñadas para aterrorizar, incapacitar o matar a humanos, animales o cultivos. Este tipo de armas ya se han utilizado (recordemos el Ántrax usado en cartas en EEUU en 2001).

Evidentemente, son extremadamente peligrosas, ya que pueden crear patógenos muy resistentes. Además, un ataque es difícilmente rastreable y puede hacerse pasar por una pandemia natural, con el consiguiente pánico de la población que ni siquiera sería consciente de que está siendo atacada.

Lo curioso del caso es que existe un convenio de regulación, el “Convenio sobre Armas Biológicas de 1972”, el cual prohíbe su desarrollo y uso, pero en realidad es papel mojado.

Armas cibernéticas

Las armas cibernéticas son programas o herramientas digitales creadas para dañar, destruir o controlar sistemas informáticos como infraestructuras eléctricas, bancos o satélites. Tenemos ejemplos reales, como el virus informático “Stuxnet”, desarrollado por EEUU e Israel, que fue creado para sabotear el programa nuclear iraní. También está la Guerra cibernética Rusia-Ucrania, con ataques a redes eléctricas y medios de comunicación.

Este tipo de arma puede dejar a millones de personas sin electricidad, sin acceso a Internet o sin servicios básicos.

Hoy en día no hay un tratado específico que prohíba las armas cibernéticas. Por lo tanto, se pueden utilizar a discreción.

Veamos ahora unos ejemplos realistas de la utilización de armas biológicas y cibernéticas.

Ejemplos de armas biológicas

Supongamos que es liberado un virus modificado en un aeropuerto internacional. Esto significa que miles de personas infectadas viajarán por todo el mundo antes de mostrar síntomas. Posteriormente, se crea una pandemia artificial que paraliza el mundo. Por cierto, ¿te suena de algo?

También pudiera darse el caso que en un conflicto entre dos países vecinos uno utilice esporas genéticamente modificadas para destruir el trigo del otro, provocando una crisis alimentaria interna, la pérdida de exportaciones o la desestabilización política por hambruna.

Ejemplos de armas cibernéticas

Hackers desactivan centrales eléctricas, sistemas de abastecimiento de agua y telecomunicaciones. La población entra pánico y el país se convierte en un caos.

Otra manera es provocar un colapso financiero lanzando un ataque coordinado a bancos, bolsas y redes de tarjetas de crédito. El resultado sería el retiro masivo de fondos y la pérdida inmediata de confianza en la economía de ese país.

Estos ejemplos muestran cómo una instrucción en un programa informático o una bacteria pueden tener efectos más devastadores y duraderos que un misil.

Y ahora especulemos un poco.

España ha sufrido recientemente dos colapsos históricos: uno en la Comunidad Valenciana, que fue arrasada por una tromba de agua, y, el otro, seis meses más tarde, cuando la electricidad desapareció de la Península Ibérica por más de 20 horas. ¿Han sido cosas del azar? A ver, ya he dicho que esto no es más que una especulación. Pero países como Marruecos, Israel, China, EEUU o la propia España pudieran tener interés en sabotear la Península Ibérica. Por lo tanto, no estaría de más preguntarnos si estos colapsos, u otros venideros, pudieran ser provocados deliberadamente por armas cibernéticas.

Evidentemente, lo que acabo de exponer no pretende ser una afirmación, sino una simple conjetura para hacernos reflexionar sobre el poder de este inmenso arsenal destructivo que está proliferando como setas por todo el mundo (recordemos que la UE va a gastar 800 mil millones de euros en rearmarse).

Seamos serios. La razón de ser de estos mortíferos arsenales no es otra que la de destruir y aniquilar seres humanos, y no el patético argumento de que son armas disuasorias para la defensa de la paz. El despilfarro de recursos, tiempo y talento para hacer el mal es de tal envergadura, que si se utilizase para hacer el bien estaríamos a años luz de cómo nos encontramos ahora.

Conclusión. Estamos en manos de gente rematadamente loca. 

10 mayo 2025

LA ACEPTACIÓN DE NUEVAS IDEAS CADA VEZ MÁS DISTÓPICAS A TRAVÉS DE LA “VENTANA DE OVERTON”

Estamos asistiendo en riguroso directo a unos cambios radicales en la sociedad, los cuales eran impensables hace tan solo unas décadas. La aceptación de la nueva “cultura woke”, la consagración de la “religión climática”, el consentimiento de la inmigración masiva descontrolada, la tolerancia a una vigilancia constante las 24 horas del día o las incuestionables restricciones climáticas y sanitarias, entre otras cosas, han sido introducidas en nuestra sociedad sin que nos hayamos dado cuenta.

Actualmente, la misión de los políticos ya no es la de gestionar el país –el país lo gestionan las multinacionales-, sino la de imponer nuevas ideas a la sociedad, para conducirla hacia donde el “Estado Profundo” quiere.

Para llevar a cabo la tarea de elaborar nuevas ideas, a mediados del siglo XX se pusieron en marcha los think tanks (traducido al español como “laboratorios de ideas”), donde un supuesto grupo de expertos son los encargados de dar forma a todo lo relacionado con este nuevo ideario.

Uno de los “pensadores” más famoso del los últimos tiempos fue Joseph Paul Overton (1960-2003): un politólogo estadounidense que desempeñó el cargo de vicepresidente sénior en el think tanks Mackinac.

Para explicar cómo ideas políticas que parecen tabú pueden volverse aceptables y viceversa, Overton creó un modelo -actualmente muy famoso- que puede ayudar a entender la vorágine de los cambios que se están produciendo.

A principios de la década de 1990, Overton configuró un eje que va de “mayor libertad” a “menor libertad”, pudiendo un concepto, una idea,…etc., pasar de ser impensable a radical, luego aceptable, razonable y, finalmente, popular y ser aceptado por la opinión pública. Como el eje puede moverse en los dos sentidos, también puede suceder que un concepto aceptado hoy en día pueda pasar de ser popular, a razonable, aceptable, radical y, finalmente, impensable. Esta idea finalmente se conoció como la “ventana de Overton”. 

La “ventana de Overton”, según Joseph Overton. La palabra política, en el centro, se refiere a las leyes, reglamentos o medidas que se llegan a aplicar, en ese punto.

La "ventana de Overton" es una teoría que describe el espectro de ideas políticas socialmente aceptables o inaceptables en un momento dado. Explica cómo se puede cambiar la opinión pública; es decir, el posicionamiento de la sociedad sobre un tema, de manera que una idea considerada radical logre con el tiempo pasar a ser aceptable como, por ejemplo, el matrimonio entre personas del mismo sexo, o viceversa, o sea, inaceptable, como sería hoy en día la tenencia de esclavos.

Hay ejemplos de todo tipo. Uno de los más ilustrativos fue la restricción de los derechos fundamentales durante la falsa pandemia, ya que años atrás hubiera sido impensable. También años atrás hubiera sido inconcebible que determinados líderes políticos llegasen al poder, y llegaron. Otros ejemplos, como el derecho a voto de la mujer o la prohibición de fumar en los locales públicos -ideas descabelladas en su momento- hoy han sido asumidos por la sociedad.

La “ventana de Overton” lleva siendo movida sutilmente por quienes ejercen el poder sin que la mayoría de nosotros nos demos cuenta. Como hemos podido comprobar, la velocidad se ha acelerado durante los últimos años en sintonía con las nuevas tecnologías. Algunas veces la mueven los políticos y otras, las más, los lobbies, grupos de presión y estamentos superiores con determinados intereses. Lo que es incuestionable, es que difícilmente la mueve la sociedad civil, salvo raramente cuando, por ejemplo, se producen revoluciones populares bien organizadas.

Mover la “ventana de Overton” es más fácil cuando hay una crisis o una situación de “shock” entre la población. Una situación de este tipo puede hacer que algunos líderes carismáticos, algunos científicos y algunos personajes populares influyan en la población de una manera determinante. Pero los más influyentes son, sin lugar a dudas, los medios de comunicación y las redes sociales. Esto lo pudimos comprobar durante la falsa pandemia.

Dicho esto, analicemos mediante la “ventana de Overton” tres controvertidas ideas distópicas, que nuestros políticos tratan de que sean aceptadas por la opinión pública, como son la vigilancia total, las ciudades inteligentes o la inmigración masiva descontrolada.

Vigilancia total.

“Ventana de Overton” aplicada: Impensable: “El gobierno no debería espiarnos, eso es propio de dictaduras.” Radical: “¿Y si solo se espía a los criminales mediante cámaras?” Aceptable: “Se necesitan cámaras en espacios públicos para protegernos del crimen y del terrorismo.” Razonable: “La vigilancia ayuda a mantener la seguridad. Si no haces nada malo, no tienes nada que temer.” Popular: “por nuestra seguridad, es fundamental apoyar la instalación de cámaras en todos los espacios públicos y el monitoreo de redes sociales.” Política: Se aprueban leyes que legalizan la vigilancia total con justificación de seguridad nacional o sanitaria.

Ejemplo real: China con más de 170 millones de cámaras y su sistema de crédito social, o las medidas adoptadas posteriormente a los atentados del 11-S en EEUU y el resto del mundo.

Ciudades inteligentes.

“Ventana de Overton” aplicada: Impensable: “No queremos que todo esté conectado, eso es invasivo”. Radical: “Podríamos tener sensores para cosas puntuales como el tráfico.” Aceptable: “Los semáforos inteligentes mejorarían la movilidad.” Razonable: “Una ciudad inteligente mejora la eficiencia, el medio ambiente y la calidad de vida.” Popular: “Las ciudades inteligentes son el futuro. Quiero vivir en una.” Política: Inversiones públicas y privadas masivas en infraestructura digital y urbanismo algorítmico.

Ejemplo real: en China ya hay más de 500 ciudades inteligentes y en Europa y EEUU empiezan a ser una realidad.

Inmigración masiva descontrolada

“Ventana de Overton” aplicada (según narrativa pro-apertura): Impensable: “No podemos dejar entrar a cualquiera, sería un caos.” Radical: “Pero hay gente sufriendo, deberíamos ayudar al menos a unos pocos.” Aceptable: “Aceptamos refugiados, es una obligación moral.” Razonable: “La inmigración trae diversidad, fuerza laboral y revitaliza la economía.” Popular: “Es positivo recibir a migrantes, los necesitamos.” Política: Se flexibilizan las leyes migratorias, se implementan políticas de puertas abiertas o se autoriza la regularización masiva.

Ejemplo real: Europa y EEUU se han convertido en los principales focos de concentración de inmigración masiva descontrolada.

Evidentemente, el proceso también puede ser inverso y la “ventana de Overton” puede ir hacia lo restrictivo, como vimos durante la falsa pandemia.

Resumiendo. La “ventana de Overton” es la justificación técnica de cómo ideas que antes parecían impensables pueden llegar a ser políticamente correctas y viceversa.

Para terminar tres preguntas:

Primera. ¿De verdad necesitamos cosas como la “ventana de Overton” para justificar lo injustificable? 

Segunda. ¿Puede cualquier cosa pasar de ser considerada radical a aceptable y viceversa siguiendo la teoría de la “ventana de Overton”?

Y la pregunta que no me resigno a hacer: ¿Dónde está el límite a tanta estupidez? 

Sin lugar a dudas, ya no cabe un tonto más en este mundo.


30 abril 2025

ARANCELES VS GLOBALIZACIÓN

De nuevo otro episodio “apocalíptico” emitido por la tele “asustaviejas” y demás medios de comunicación. Esta vez dando la matraca a todas horas con los horribles augurios de los “gurús económicos”, que pronostican los peores males para nosotros, el pueblo, a consecuencia de las políticas arancelarias de Donald Trump. Sin embargo, como tantas y tantas veces, la realidad no tiene nada que ver con la ficción que nos cuentan a diario los medios de comunicación.

Para desmontar esta nueva farsa, lo primero que tenemos que tener en cuenta es que los aranceles han existido siempre (de hecho siguen existiendo) y se utilizan principalmente para proteger la producción nacional y generar ingresos para el Estado.

Los aranceles son impuestos que un país impone a los bienes importados (y a veces exportados) de otro país. Cuando un país impone aranceles a productos de otro país lo hace, fundamentalmente, para proteger la industria nacional, generar ingresos para el gobierno, fomentar el empleo local, estimular el desarrollo industrial y controlar el déficit comercial.

Sin embargo, la aplicación de aranceles también puede tener consecuencias como el aumento de precios para los consumidores, riesgo de represalias comerciales, deficiencia de ciertos productos y una alteración del flujo natural de bienes y servicios.

Dicho esto, le corresponde a cada país elegir la utilización de aranceles en función de sus intereses y necesidades. Y no hay más. Es lo que se viene haciendo, sistemáticamente, sin que nadie ponga el grito en el cielo, como acaba de ocurrir ahora con el anuncio de los nuevos aranceles de Donald Trump.

La imposición de aranceles, por parte del nuevo Gobierno de EEUU, es un derecho legítimo de la Administración Estadounidense para reducir sus desequilibrios económicos. Desequilibrios, por otra parte, nacidos de la globalización que amenaza nuestras economías: una amenaza tan real, que tiene a todos los países occidentales técnicamente en quiebra.

Los que ya tenemos cierta edad, sabemos, porque lo hemos vivido, que los aranceles no son el ogro que devorará a Occidente como nos quieren hacer creer. De hecho, tienen efectos positivos como acabo de exponer.

Lo que devorará a Occidente es el mundo caótico en el que vivimos. Un mundo donde los valores de antaño han sido prostituidos. Donde la verdad no importa. Donde se ponen en tela de juicio los logros sociales de tantos años de lucha. Donde la precariedad aumenta cada año, las crisis se suceden, se acumulan y sus efectos negativos resuenan y se multiplican por doquier.

En las últimas décadas hemos visto caer el Muro de Berlín, la URSS, las Torres Gemelas, la burbuja de las puntocom, las subprime, el desplome los mercados en 2008, las guerras de la ex Yugoslavia, Irak, Siria, Gaza,... y como se cerró el mundo con la falsa pandemia. Pues bien. Todos estos acontecimientos están relacionados directamente con la globalización.

No seamos ingenuos. La tele “asustaviejas” trata de que compremos el relato de los globalistas, para seguir en esta diabólica globalización que lentamente nos está destruyendo. El FEM nos vende la idea de que la globalización es el único horizonte posible (mentiruscos gordos ataos con piedras, que diría José Mota). Esta gente se olvida de que antes de sus delirios de grandeza ya existía otra forma de capitalismo, algo más justo, que supo distribuir mejor la riqueza.

Los aranceles no empobrecen a la gente. De hecho, quienes empobrecen a la gente son las multinacionales. Entonces, ¿los aranceles benefician al pueblo? Puede que sí o puede que no. Depende de cómo se diseñen y a quiénes estén protegiendo. Evidentemente, los globalistas y sus multinacionales no los quieren por razones obvias.

En nuestro actual sistema, el dinero es la base fundamental para el intercambio de bienes y servicios. Sin embargo, hace mucho tiempo que el dinero pasó a ser controlado por unos pocos “tíos listos”. Estos “tíos listos” no son personas comunes y corrientes como nosotros, sino verdaderos psicópatas que han convertido nuestros hermoso Jardín del Edén (la Tierra) en un estercolero devastado y saqueado por su sistema financiero.

Lo que la gente ignora, es que el actual sistema financiero ha sido diseñado por los “tíos listos” para ser previsible, predecible y manipulable.

Acabamos de presenciar un ejemplo de libro de lo fácil que es manipular el sistema financiero. Tan sencillo como anunciar una subida de aranceles y, posteriormente, retrasar su entrada en vigor. Al anunciar los aranceles, lo que se está haciendo es “prever” un desplome de los mercados, y, al retrasar su entrada en vigor, “predecir” nuevamente su recuperación. Evidentemente, los “tíos listos” son los que “manipulan” los mercados para forrarse en tan solo unas horas. ¿Cómo? Pues, por ejemplo, vendiendo a 10 y volviendo a comprar unas horas más tarde a 6. Es de genios, la verdad. Seguro que los grandes fondos de inversión se han forrado con esta operación, lo hacen constantemente.

Actualmente estamos inmersos en un cambio de paradigma monumental, que se está llevando a cabo mediante un “golpe de estado tecnocrático” a nivel mundial.

Se trata de una revolución que está cambiando por completo nuestra sociedad. La primera fase de esta transformación se llevo a cabo a finales del siglo pasado, cuando las fábricas de los países occidentales se trasladaron a países de menor costo, eliminando así muchos puestos de trabajo. Pero fue la desregulación del sector bancario la que permitió el mayor saqueo mediante la especulación con “derivados financieros” y, sobretodo, con la “flexibilización cuantitativa”.

La segunda fase fue el ataque terrorista pandémico Covid-19 y la inoculación masiva de “vacunas” de ARNm. Esta segunda fase pretende (no sabemos todavía si con éxito o no) reducir y controlar la población mundial.

Ahora estamos inmersos en la tercera fase: la digitalización de todo, para llevar al mundo a un nuevo paradigma totalitario tecnocrático. Por cierto, el APAGÓN del día 28 de abril en España debería hacernos reflexionar sobre dejar nuestras vidas en manos de la tecnología digital.

La globalización se ha convertido en un robo organizado a mano armada. Es una trampa para tontos, al igual que lo es la democracia. De hecho, nuestros representantes son seleccionados por los “tíos listos” y no elegidos por nosotros en una votación. Por eso, seguir con la farsa de votar, elección tras elección, como si nuestro voto realmente contara, cada día tiene menos sentido. Y es que visto cómo funciona el poder, ten por seguro que si nuestro voto contara no nos dejarían ejercerlo.

Tenemos el ejemplo de EEUU, donde Trump se ha presentado ante el mundo como un político populista que lucha contra el globalismo, haciendo cosas como acabar con la “diversidad, equidad e inclusión” y romper lazos con la OMS y otras organizaciones globalistas. Sin embargo, existe una desconfianza mayúscula de que sea otra estrategia engañosa, como toda la que viene de los políticos (conviene recordar la prioridad de Trump de incrementar los centros de datos de IA, para el control total de la población, y su afán por el desarrollo de vacunas asesinas de ARNm).

De ser así, mucho me temo que los estadounidenses, al “elegir” a un presidente que se presentó como el gran enemigo de los globalistas, sin darse cuenta han abierto la puerta de su casa a los oligarcas más autoritarios y reaccionarios. Esto no significa que la Administración Biden fuera una almita de la caridad, sino todo lo contrario. Ya sabes: mismos perros con distinto collar.

Llevamos muchos años esperando que algún día llegue alguien que arregle este desaguisado en el que se ha convertido nuestro mundo. Pero la solución a todos nuestros problemas no vendrá de la mano de las corruptas democracias, de las tecnocracias basadas en IA y mucho menos del decadente statu quo. Tampoco la traerán los Trump, Von der Leyen, Putín o Xi Jinping de turno. La solución, la verdadera solución, está en cada uno de nosotros.

Sólo cuando aceptemos que ningún ser humano está por encima o por debajo de otro, y antepongamos el respeto mutuo a todo lo demás, podremos organizar una sociedad infinitamente más justa que la actual. Y esto no sólo es posible, sino deseable.

La humanidad con su egoísmo innato, su enquistada corrupción y sus eternas guerras está sumida en una crisis de adolescencia que, por cierto, está durando demasiado. Solamente a medida que se vaya acercando a la madurez (si es que eso es posible) podría construir una sociedad más responsable, justa y equilibrada. ¿Llegaremos a verlo? 

20 abril 2025

RADIOGRAFÍA DE UN PRETEXTO TRAS OTRO PARA SEGUIR ADELANTE CON LA DESTRUCCIÓN DE EUROPA

La sociedad, plagada de estúpidos ignorantes, se ha acostumbrado a creer todo aquello que sale de la boca de los políticos y sus putas mediáticas, aunque la historia demuestre que la mayoría de las veces son sólo falacias para acometer algún fin (recuerda las inexistentes armas de destrucción masiva que dieron origen a la guerra de Iraq).

Hace cinco años -casi desde el mismo día en que comenzó la estafa de la falsa pandemia- este blog (mejor dicho, el anterior, censurado en octubre de 2024) denunció, por activa y por pasiva, el esperpéntico relato que nos contaban a diario los medios de comunicación.

En aquel momento el peligro era un coronavirus mortal que podía acabar con la humanidad. Hoy en día el peligro es Putin y su supuesto afán expansionista.

Si recuerdas, para implementar la existencia de la falsa pandemia se llevó a cabo la mayor campaña propagandística de la historia. Es de esta manera cómo se hizo creer a las masas aterrorizadas el peligro extremo de una enfermedad bautizada con el nombre de Covid-19. Pues bien. Ahora está ocurriendo lo mismo, sólo que esta vez la amenaza viene del “malvado” Putin y su supuesta intención de invadir Europa.

¿Alguien en su sano juicio se puede tragar semejante estupidez? Mucho me temo que sí, ya que a algunos no se nos ha olvidado la trágala de la falsa pandemia hace tan solo 5 años.

Todos los días los medios de comunicación no hacen otra cosa que asustar a la gente con el peligro inminente de una guerra UE-Rusia. Incluso Bruselas ha recomendado a los hogares europeos que tengan un kit de supervivencia por si llegara una crisis bélica o climática. Sin embargo, espero que después de lo que pasó en 2020 la gente haya aprendido la lección y no se deje engañar de nuevo tan estúpidamente, ¿o sí?

Veamos. Rusia, con 17,1 millones de Km2, es con diferencia el país más grande del mundo, lo que supone que es 33,7 veces el tamaño de España (506.030 km2). Su vasto territorio contiene una riqueza colosal. Entre los recursos naturales que posee es especialmente rica en carbón, petróleo, gas, hierro, níquel, aluminio, cobre, uranio, bauxita, oro, diamantes y platino.

Sin embargo, pese a ser un gigante geográfico tiene una población relativamente pequeña para su tamaño: “sólo” 144 millones de habitantes. Es decir, el triple de población de España para un territorio 33,7 mayor.

Por otro lado, aunque desde el desmembramiento de la antigua Unión Soviética su nivel de vida ha mejorado, aún deja mucho que desear. Si a esto le sumamos que los rusos, como los occidentales, tienden a tener pocos hijos, es fácil de comprender que el cacareado expansionismo ruso, que supondría un costosísimo sacrificio en vidas humanas y recursos, es a todas luces una locura.

Contrariamente a la propaganda occidental, sobre la amenaza expansionista de Putin, la realidad es que los rusos siempre han demostrado un gran interés en llegar a acuerdos con la UE.

Para cualquiera que haya seguido las políticas del Kremlin, sabrá que Putin siempre estuvo dispuesto a un acercamiento con Europa (lo natural por proximidad geográfica) en el que todos saldríamos ganando (menos EEUU, evidentemente). Para demostrar su buena voluntad, Rusia ha suministrado gas y petróleo a Europa a un precio muy competitivo, además de permitir que un gran número de multinacionales se instalaran en el país. Con ello Putin intentaba romper el plan norteamericano destinado a impedir la unidad “euro-rusa”, considerada fatal para los intereses de EEUU.

El tipo de relación que Rusia quiere establecer con Europa es la misma que ya tiene con China o con los BRICS: una cooperación económica donde todos se benefician.

Sin embargo, la aberración de la UE de jugar a la guerra, unido al cinismo de EEUU, que está utilizando su supremacía para seguir sometiendo a sus “aliados” a sus intereses, podría conducir a un desastre monumental. O al menos es lo que nos quieren hacer creer

La amenaza rusa, puramente ficticia, es dramatizada día tras día en los medios de comunicación. Tanto, Sánchez, Macron, Von der Leyen y compañía mienten descaradamente, ya que Rusia no es en absoluto una amenaza para Europa. Al contrario, podría -y de hecho debería- convertirse en su mejor aliado.

Está claro que para ocultar esta realidad a los europeos, o mejor dicho para transformarla en lo opuesto, se necesita una propaganda machacona, retorcida y torticera: una propaganda similar a la que se llevó a cabo con el Covid-19.

La única realidad aquí, es que esta nueva amenaza -aberrante en todos los aspectos- no es más que otra herramienta (de momento de distracción) para continuar con la destrucción de la economía de la UE y la pérdida de derechos y libertades de sus ciudadanos.

El sistema actual en el que vivimos los europeos es absolutamente totalitario y ya no necesita seguir oculto bajo el disfraz democrático. Esta sanguijuela, llamada UE, está eliminando nuestros derechos y libertades tan rápido como le es posible, con la excusa de librarnos de una supuesta amenaza bélica, climática, arancelaria o la que le venga en gana.

Conclusión. Tanto la falsa pandemia como la inmigración descontrolada, el cambio climático, la guerra arancelaria y ahora el peligro de la invasión de Europa por parte de Rusia sólo tienen un claro objetivo: llevar a cabo el saqueo y la esclavitud de los propios ciudadanos de la UE.

No seamos ingenuos. Aquí la única realidad es que la depravada UE ha usurpado nuestra legítima soberanía, convirtiendo a nuestros países en simples peleles a las órdenes de Bruselas.

Sin embargo, lo verdaderamente dramático es que la gente no lo comprende. No comprende que aunque hemos progresado más que nunca vivimos en un mundo extremadamente desigual. Que tenemos una deuda que jamás vamos a poder pagar. Que nuestras sociedades modernas están en manos de unos políticos mediocres, vendidos al poder global del dinero, que no entienden nada de lo que está pasando. Y tampoco comprende que tarde o temprano todas las civilizaciones y todos los imperios caen, y esta vez no va a ser diferente.

Evidentemente, los verdaderos arquitectos de este plan no son ni los Macron ni los Sánchez ni las Von der Leyen de turno, sino los “tíos listos”, que saben que este sistema está agotado y lo único que pretenden es salvar su culo. 

10 abril 2025

DEMOCRACIA VERSUS DICTADURA DENTRO DE UN ESTADO ALTAMENTE INTERVENCIONISTA

En España, los que tenemos cierta edad hemos vivido dos regímenes diferentes: una dictadura y una democracia. Evidentemente, una dictadura es lo que es y no tiene justificación alguna. Sin embargo, la democracia al final no ha resultado ser aquello tan idílico que nos vendieron en la Transición.

La principal característica que diferencia una dictadura de una democracia es la concentración de poder. Entonces, ¿qué pasa cuando una democracia acapara y concentra tanto poder? Pues que se convierte en una dictadura, con la consiguiente amenaza para los derechos fundamentales de los ciudadanos.

En teoría, una democracia se basa en la distribución del poder entre diferentes instituciones y en la participación activa de la ciudadanía. Sin embargo, en la práctica, sólo el gobierno y un grupo determinado de personas son las que acumulan y ejercen el poder. Por lo tanto, el poder se acumula y se ejerce del mismo modo que en una dictadura. La única diferencia es que en una democracia ese poder dictatorial es consentido por los ciudadanos que, con su voto, lo legitiman.

Sí, ya sé que muchos dirán que en una democracia los poderes ejecutivo, legislativo y judicial son mecanismos independientes para controlar al poder. Pero la cruda realidad no dice eso, ya que todos están intervenidos por el gobierno, lo que resulta una falta real de control sobre el poder.

Según afirman los políticos, una democracia que no tiene un liderazgo fuerte y estable es ingobernable. Por lo tanto, se necesita una concentración de poder para garantizar su gobernabilidad. Esto deriva, incuestionablemente, en una forma de gobierno tan autoritario o tiránico como el de cualquier dictadura.

Se pongan como se pongan los políticos -esos a los que se les llena la boca de “democracia”- una concentración excesiva de poder da lugar a una forma de gobierno dictatorial, donde las elecciones y las instituciones democráticas pierden su verdadero significado. De hecho, estamos viendo en nuestras democracias recortes de derechos fundamentales tan severos o más que en cualquier dictadura. ¿O es que se nos ha olvidado ya lo que pasó en 2020? Eso por no hablar de la censura que sufrimos, sistemáticamente, los que criticamos el sistema.

En los últimos 50 años, todo aquel que no tenga su mente obnubilada por ideologías políticas habrá podido comprobar que la democracia es una broma y, además, de mal gusto. Y es que tanto la política, como la economía o la justicia son un esperpento. Aquí la única realidad es que todos estamos sometidos a un Estado altamente intervencionista, tanto si es regido por una dictadura o una democracia.

Todos vivimos en un Estado. ¿Y qué hace el Estado por nosotros? Pues tomar posesión de todo cuanto acontece en nuestras vidas. Lo primero que hace es inscribirnos en el Registro Civil, nada más nacer, para tomar posesión de nosotros. Luego, durante el resto de nuestra vida, freírnos a impuestos que, lamentablemente, no revierten -como debieran- en procurar nuestro bienestar (conviene recordar que en toda la historia de la humanidad nunca el poder se preocupó por nuestro bienestar, y ahora no es diferente).

Por lo general -y casi me atrevería asegurar que siempre- la corrupción, la malversación, la prevaricación y el más insidioso despilfarro se han instalado de manera absolutista en el Estado, bien sea democrático o tiránico.

Si lo miras bien, el Estado es verdaderamente una mafia: realiza el mismo tipo de fechorías que las mafias organizadas (desfalcos, robos, acoso y asesinatos), con la gran diferencia de que el Estado es impune gracias a leyes que él mismo promulga.

Pues bien. Dicho esto, está claro que el Estado es el problema y no la solución. Así que deberíamos mandar al Estado “un poquito a la mierda”, con perdón. Pero, para nuestra desgracia, eso verdaderamente no es factible, ya que el ciudadano está absolutamente indefenso ante el todopoderoso Estado, este gobernado por una dictadura o una democracia.

Para hacernos una idea del engaño al que estamos sometidos, echemos un vistazo a los últimos acontecimientos.

La UE acaba de aprobar un presupuesto de 800.000 millones de euros para rearmar a Europa. Esto significa que cada Estado va a gastar una cantidad ingente de dinero de los contribuyentes en comprar armamento para, según nos dicen, protegernos de una posible invasión rusa.

De los 27 Estados miembros que componen la UE -oficialmente democráticos- ninguno le ha preguntado a sus ciudadanos -que serán los que al final lucharán en el campo de batalla- si quieren rearmarse para ir a una guerra con Rusia.

Tampoco nos han dicho quién de los 27 Estados miembros (además de la industria armamentística de EEUU) va a ser el más favorecido con esta medida. Evidentemente, será Alemania, ya que esta inyección de dinero transformará la industria actual alemana -que está en horas bajas- en una industria armamentística hasta ahora prácticamente inexistente. Y es que desde el final de la Segunda Guerra Mundial sus capacidades han sido limitadas y están bajo el estricto control de la OTAN. Sin embargo, a raíz del conflicto Ucrania-Rusia parece que la OTAN ha cambiado de parecer y ahora Alemania tiene carta blanca para rearmarse.

Por cierto. ¿De verdad es buena idea volver a dejar rearmarse a Alemania? ¿Somos conscientes de cómo puede terminar esto? Lo digo, porque se dice que un pueblo que olvida su pasado está condenado a repetirlo. Y ya sabemos lo que pasó con Alemania en 1870 (Guerra franco-prusiana), 1914 (Primera Guerra Mundial) y 1940 (Segunda Guerra Mundial).

En los últimos años, las amenazas se están disparando a una velocidad de vértigo. Tanto la pandemia, como el cambio climático, la invasión rusa y ahora la guerra económica de los aranceles, tienen al mundo amedrentado por completo. Evidentemente, un mundo asustado es un mundo paralizado. Y de eso se trata.

Lo que estamos viendo no es más que la estrategia de siempre: “problema, reacción, solución”. Y la solución pasa por aceptar cualquier medida coercitiva sin rechistar, como ya hicimos durante la falsa pandemia.

Todas estas amenazas no tienen otro fin que el de encerrarnos de por vida en una cárcel sin rejas. Cada nueva crisis es una excusa para que el Estado avance en su proyecto de control totalitario absoluto. Lo siguiente será la digitalización total (en España ya es oficial el DNI digital, aprobado por el Consejo de Ministros sin ser discutido tan siquiera en el Parlamento). Una identificación digital que será necesaria para todo. Y en el momento que todo sea digital estaremos en esa prisión sin rejas de la que ya no podremos escapar. Y es que la informática, unida a unas técnicas de compilación y análisis de datos, provenientes de unos dispositivos móviles de espionaje conocidos como smartphones, han brindado a los autócratas la oportunidad de crear la herramienta perfecta más sofisticada para el definitivo control de la humanidad. Y esa “oportunidad” ya es una realidad.

Cuando la sumisión reemplaza a la insurrección, cuando la dignidad es suplantada por la humillación y, en definitiva, cuando un pueblo acepta lo inaceptable, es que se resigna a perder valores tan fundamentales como la libertad. Por lo tanto, convendría replantearse qué le queda a un pueblo que se niega a defenderse del todopoderoso Estado intervencionista, sometiéndose voluntariamente a él. Evidentemente, nada.

Una sociedad sometida a tanta mentira, acribillada a impuestos y que acepta sin rechistar la pérdida total de sus derechos y libertades es una sociedad muerta.

¡Señores! ¡La libertad no se regala, se conquista! Si no luchamos por ella seguiremos estando a merced del todopoderoso Estado intervencionista, que facilita que unos cuantos “tíos listos” hagan lo que les dé la gana con la inmensa mayoría de “tontos”.

La gente piensa que es imposible deshacerse del todopoderoso Estado. Sin embargo, no es así, ya que el Estado sólo funciona si nosotros obedecemos. Por consiguiente, es tan sencillo (al menos sobre el papel) como desobedecer. Pero para ello es necesario despertar a las masas adormecidas.

La cuestión es: ¿cómo despertar conciencias cuando la mayoría de la gente está sumergida en la ignorancia, en el confort de la pasividad, o, peor aún, en la aceptación de este sistema como inevitable?

Solamente el hipotético caso de un cambio de conciencia colectiva, sobre la base de una masa crítica de individuos lo suficientemente grande que genere una “nueva conciencia”, podría provocar un cambio de paradigma. Para ello, entre otras cosas, la gente tiene que perder el miedo, estar bien informada, dejar de ser estúpida, y, por supuesto, salir de su zona de confort e implicarse de lleno en un nuevo proyecto, donde el Estado intervencionista desaparezca de una vez por todas.

¿Difícil? No, lo siguiente. 

NECESITAMOS ALGO MÁS QUE UN CAMBIO DE POLÍTICOS

Europa fue el primer continente en terminar con la pobreza de las masas, basándose en unos valores que defienden que cada ser humano es únic...