Para
un político destruir la economía de su país es relativamente sencillo. Ahora
bien, corre el riesgo de “morir” en el intento. Sin embargo, si lo que hace es
acatar las órdenes de las diferentes organizaciones globalistas internacionales,
la cosa cambia. Eso es lo que se está haciendo en Occidente con la
implementación de la Agenda 2030.
La
Agenda 2030 tiene 17 objetivos diabólicos disfrazados de “buenismo sostenible”.
Dichos objetivos son en realidad contrarios a los principios de cualquier
sociedad justa y civilizada. No obstante, parece que a nuestros políticos se la
trae al pairo y están utilizando toda esa sarta de sandeces con un único fin,
empobrecer a la nación.
Todo
lo que voy a exponer a continuación ya se está llevando a cabo en España y
otros países para arruinar su economía deliberadamente.
-Impresión excesiva de dinero: causa
hiperinflación y, por consiguiente, la reducción del poder adquisitivo de la
gente.
-Aplicación
de políticas fiscales desastrosas:
aumento excesivo de impuestos que están desincentivando la inversión y
el consumo.
-Gasto
público excesivo, muy superior a los ingresos, generando una deuda pública que
tendrá hipotecada a varias generaciones.
-Destrucción deliberada del sector primario mediante
regulaciones restrictivas.
-Fomento de la corrupción y enfrentamientos
constantes de la clase política. Esto divide a la población, y un pueblo
dividido es un pueblo vencido.
-Intromisión
en el conflicto Ucrania-Rusia -que ni nos va ni nos viene- para encarecer a propósito
el suministro de bienes esenciales para el país como el trigo, el gas o el
petróleo.
-Deterioro premeditado de la educación y la sanidad, lo
que conlleva a una población más imbécil, dócil y enfermiza.
-Establecimiento
de malas condiciones laborales y bajos salarios para propiciar la emigración de
la gente más cualificada del país.
-Permitir
y fomentar la inmigración ilegal para reemplazar a la población autóctona por
otra de baja o nula formación más fácil de manipular.
-Y
lo más grave de todo. España se ha
unido a otras 12 naciones (Argentina, Australia, Brasil, Burkina Faso, Chile,
República Checa, Ecuador, Alemania, Panamá, Perú, Estados Unidos y Uruguay) para firmar un acuerdo del FEM que
establece la cantidad de explotaciones agrícolas y ganaderas que cada nación
debe eliminar, ya que, según el FEM, la
producción de alimentos está provocando el “calentamiento global”. Evidentemente, con este acuerdo no se pretende otra cosa
que impulsar una hambruna
global.
Esto,
señores, es lo que se está haciendo actualmente en España: políticas irresponsables
que arruinan nuestra economía y que, paradójicamente, a nadie parece
importarle.
Ahora,
para terminar de consumar su plan, ya sólo les queda acabar con nuestro “buque
insignia”, el turismo.
Después
de que los diferentes gobiernos conservadores y progresistas destruyeran prácticamente
toda nuestra industria, a España ya sólo le queda la explotación de sus
monumentos, su Sol y sus playas; es decir, el turismo.
Que
España vive hoy en día prácticamente del turismo es una realidad. Y, claro
está, como el objetivo real de la Agenda 2030 (la cual han firmado tanto el
PSOE como el PP) es arruinar económicamente a España, una de las cosas que
vamos a ver, no tardando mucho, es cómo se cargan también la industria turística.
Nuevamente
utilizarán la estrategia “problema, reacción, solución”.
Primero
se incita a la gente a hacer turismo a mogollón, con campañas en todos los
medios -sobre todo en televisión- de ciudades patrimonio de la humanidad, lugares
“idílicos”, playas soleadas y todo tipo de gilipolleces.
Evidentemente,
las localidades “agraciadas” ven en ello la gallina de los huevos de oro: se
les llena la ciudad de estúpidos que consumen cualquier gilipollez como, por
ejemplo, pagar por ver un trozo de mar que lleva ahí millones de años.
Ante
tal avalancha de consumidores, los lugareños abandonan su economía tradicional
y se pasan a vivir del turismo (ingresos más rápidos con menos esfuerzo).
Aparecen entonces los pisos turísticos, las tiendas basura de souvenirs y la
proliferación empresas de restauración, de alquiler de vehículos y todo tipo de
memeces que tengan que ver con el ocio.
Indudablemente,
con las constantes campañas en televisión, más el aporte de las redes sociales,
el turismo empieza a masificarse hasta alcanzar cotas inasumibles para
cualquier urbe que multiplique por 3, 4 ó 10 veces su población. La
consecuencia inminente es el colapso de servicios. Y aquí lo tenemos, ya hemos
creado el problema.
Seguidamente,
la población autóctona, que no viven del turismo, pone el grito en el cielo y
reclama a las autoridades una regulación: que desaparezcan los pisos
turísticos, que se reduzca el número de visitantes, etc. He aquí la reacción.
Y,
como es de esperar, atendiendo la petición de los ciudadanos las autoridades
ofrecerán la solución: restricción
total del turismo de masas, con lo cual todos esos negocios turísticos desaparecerán
de la noche a la mañana arruinando las economías locales y por ende el país.
Si
recuerdas, ya tuvimos un anticipo de esto durante la falsa pandemia. Por
cierto, nada comparable a lo que está por venir con la excusa del “cambio
climático”.
En
1912, el presidente estadounidense, Theodore Roosevelt, hizo la siguiente
afirmación: "Detrás de un gobierno
ostensible se encuentra un gobierno invisible que no debe lealtad y no reconoce
ninguna responsabilidad hacia el pueblo".
Bueno,
pues este gobierno en la sombra es el que está dando las órdenes a sus esbirros
(los gobiernos de turno) para llevar a buen puerto su Agenda 2030, o lo que es
lo mismo, su plan de despoblación y control.
La
pregunta es: ¿qué pasará en España cuando acaben con la poca industria que nos
queda, arruinen el sector primario y el turismo desaparezca? ¿Qué nos quedará?
Nada, absolutamente nada donde la gente pueda trabajar. Por consiguiente, su
futuro se verá abocado a vivir de subvenciones; eso sí, a cambio de una
fidelidad incondicional al gobierno de turno. Y esto, señores, es la Agenda
2030, la Cuarta Revolución Industrial, el Gran Reinicio o como lo quieran
llamar: “No tendrás nada y serás feliz”.
Y
ahora una pregunta obligada: ¿cómo podemos terminar de una vez por todas con
esta ignominia? La solución es simple. Sólo hay que aceptar la única verdad:
que somos seres soberanos y que nadie tiene autoridad legítima sobre nosotros.
En el momento que esta verdad sea asumida y compartida por todo el mundo, se acabó.
Aunque me temo que hemos sido extraordinariamente adoctrinados para estar atados
a nuestras cadenas y no sabríamos vivir sin ellas.
La
realidad es que somos personas mayoritariamente ignorantes, con un lavado de
cerebro impresionante, que dependemos del sistema para todo.
Este
sistema ha conseguido apartarnos de la realidad convirtiéndonos en mercancía de
usar u tirar. Por lo tanto, si, como dicen constantemente los gurús del FEM, el
futuro inmediato pasa por sustituir la fuerza laboral por la IA, ¿qué sentido
tiene seguir manteniendo al proletariado”? Ningún sentido, ¿verdad? Pues
deberíamos tomar nota antes de que sea demasiado tarde.
Tenemos
que empezar a entender que sucesos como el terrorismo, las guerras o las
pandemias son sólo operaciones para traumatizar a las masas y empujarlas hacia
su propia autodestrucción.
Pero
lo más importante de todo, es darnos cuenta de que votar no es más que una
liturgia en donde se escenifica la sumisión de unas personas a otras. Es la
renuncia voluntaria de nuestra soberanía para ponerla en manos de unos “charlatanes
de feria” (los políticos). Por lo tanto, introducir un voto en una urna es la
mayor irresponsabilidad y acto de cobardía en que puede incurrir un ser humano.
¿No
te das cuenta de que la corrupción que criticamos, la esclavitud que padecemos y
la ruina que se nos viene encima la hemos votado nosotros?
Los
globalistas, con el FEM a la cabeza, quieren una “regeneración” del mundo. Según
ellos, el viejo mundo debe morir para dar a paso al nuevo mundo, y, por si aún
no te has enterado, en ese viejo mundo estamos incluidos nosotros.
¿Se
lo vamos a permitir? Siento ser tan pesimista (o realista), pero claro que se
lo vamos a permitir, lo hacemos siempre, ¿o es que ya se nos ha olvidado la
“Operación Covid-19”?
España
hace mucho tiempo que dejó de ser una nación soberana. Somos simplemente una
colonia -como lo es la UE- del imperialismo Yankee en manos de la plutocracia.
Y es esa plutocracia la que nos tiene reservado un futuro nada halagüeño, tanto
para España como para la UE. Porque esto no sólo está pasando en España, sino
que también está pasando en Francia, Alemania, Países Bajos,….., y
prácticamente en todo Occidente
En fin, señores, que nuestro país, nuestra economía, nuestra cultura y nuestros valores se van a la mierda y a nadie parece importarle.
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