Hoy en día, el “populacho” constituye la masa de
esclavos más estúpida, ignorante, cobarde y vergonzosa que haya existido jamás.
Desde
el origen de los tiempos, las masas ignorantes han ha sido oprimidas,
mancilladas, ultrajadas, explotadas, violadas y asesinadas por un puñado de
“tíos listos” que se autoerigieron como gobierno. Pero lo verdaderamente
triste, es que esos pocos reyezuelos, oligarcas o dictadores se han hecho con
el control de miles de millones de personas porque esos miles de millones de
personas no han hecho absolutamente nada para impedírselo. Todo atisbo de
libertad fue abandonado voluntariamente en favor de un gobierno: un modelo
amo-esclavo, basado en una sumisión total y obediencia a una autoridad falsa.
El
poder siempre ha sido ejercido por una casta de linajes que viene de tiempos
inmemoriales. Esos
linajes son hoy en día comúnmente conocidos como la Élite, el Estado Profundo,
el Gobierno en la Sombra, la Cábala, el 1%, la Nobleza Negra, etc. Ellos fueron los creadores, en 1524, del primer
banco central del mundo, y han seguido aumentando su poder hasta llegar en la
actualidad a controlar toda la banca mundial y, por ende, todos los recursos
del planeta. Naturalmente, los reyes, primeros ministros y presidentes
de gobierno del mundo actual no son más que meros títeres al servicio de esos
linajes. Pero la masa ignorante
ni sabe ni quiere saber de estas cosas. Está encantada “disfrutando” de su
esclavitud consentida y dice que no tiene tiempo para “memeces”. Sí, a esto, es
decir, a nuestra esclavitud, le llama “memeces”.
Es
obvio que las conspiraciones reales llevadas a cabo por los gobiernos, el
sistema financiero, las agencias de inteligencia y toda la camarilla
judeo-masónica son ignoradas por las masas, a quien la información sólo le
llega a través de la “educación” y los principales medios de comunicación, sobre
todo de la televisión. Y claro está, con un adoctrinamiento de tal envergadura,
gobernar a esa masa de estúpidos es relativamente sencillo. Y es sencillo, porque
el “populacho, en general, es excesivamente crédulo. Por lo tanto, se necesita
muy poco para engañar a una multitud de mente débil que ni piensa ni quiere
pensar.
Acabamos
de ser testigos de lo fácil que ha sido para el poder engañar y manipular a
toda la humanidad. El propio FEM ha reconocido en su página web que para
avanzar en el desarrollo de “ciudades inteligentes sostenibles” se debe
restringir nuestra libertad, y ha admitido que la pandemia Covid-19 fue un
ensayo de obediencia planetaria a la hora de aceptar su Nuevo Orden Mundial.
Concretamente
ha dicho: “El Covid-19 fue una prueba de responsabilidad social: miles de millones de ciudadanos de todo el
mundo adoptaron una enorme cantidad de restricciones inimaginables para
la salud pública. Hubo numerosos ejemplos a nivel mundial de mantenimiento del
distanciamiento social, uso de mascarillas, vacunación masiva y aceptación de
aplicaciones de rastreo de contactos para la salud pública, que demostraron la
esencia de la responsabilidad social (lavado de cerebro) individual”.
En
definitiva, querían saber cuántas personas estarían dispuestas a aceptar un
reordenamiento completo de sus vidas, basado en órdenes aleatorias,
incongruentes y absurdas. Y, como pudimos comprobar, la inmensa mayoría lo
aceptó.
Este
experimento demostró que el adoctrinamiento y lavado de cerebro de las masas ha
sido todo un éxito. Por consiguiente, pensar que algún día las masas despertarán
de su letargo es cuanto menos una ingenuidad, por no decir directamente
impensable. Así que, definitivamente, no se puede confiar en las masas para
deshacerse del sistema.
Digo
esto, porque las masas hablan constantemente de querer cambiar las cosas. Sin
embargo, no sé cómo las van a cambiar si siguen haciendo lo mismo. Y es que,
por desgracia, la mayoría seguirá votando por sus nuevos amos y obedeciendo los
dictados de la clase dominante. Porque
votar a unos tíos que no conocemos de nada para que nos representen (por
cierto, ¿ante quién?) es un insulto a la inteligencia.
El
5 de noviembre de 2024 tendremos nuevamente la oportunidad de comprobar cómo en
EEUU (supuestamente el país más avanzado del mundo) el “populacho” volverá
voluntariamente a pasar por las urnas para elegir a su nuevo amo. Esto es: volver
a hacer lo mismo y esperar un resultado diferente. Es patético.
Por
supuesto, los más “listos de la clase” -que dicen estar desencantados de la
política- se aferran a la estúpida idea de que hay que votar el menor de los
males. Pero no existe tal cosa. El mal es el mal y punto, y cualquiera que
elija votar por el mal menor es que ha perdido el juicio, si es que alguna vez
lo tuvo. Esto es indicativo de la sociedad de tontos en la que vivimos
(recuerda que los tontos no nacen, los tontos se hacen).
El Estado siempre ha sido nuestro enemigo y siempre
lo será. Nunca lo derrotaremos, entre otras cosas, porque no luchamos contra
él, luchamos contra un enemigo equivocado. Y es que nos han hecho creer que las
personas que piensan diferente a como pensamos nosotros, las que viven de forma
diferente a como vivimos nosotros o las que profesan una religión diferente a
la nuestra son el enemigo. Y no es verdad.
Esas personas, a pasar de sus diferencias sociales,
religiosos o culturales, quieren exactamente lo mismo que nosotros. Por lo
tanto, nuestro vecino no es el enemigo. El no es el que nos empobrece, el que
nos fríe a impuestos, el que restringe nuestras libertades y el que nos
enfrenta unos contra otros, es el Estado. Por consiguiente, la única manera de
ganar la libertad sería deshacerse del Estado y no volver a permitir jamás que
nadie reclame el estúpido derecho a ejercer autoridad sobre nosotros.
Pero eso no va a ocurrir nunca, ya que la masa de
imbéciles crece cada día de una manera exponencial y ni por asomo puede llegar
a imaginar una sociedad sin Estado.
Esa masa de imbéciles se creyó la falsa pandemia. Se ha tragado la falacia de que el planeta se está calentado por las emisiones de C02. Va a aceptar sin rechistar, -incluso convencida de que es bueno para nosotros- la huella de carbono, el pasaporte de vacunas, la moneda digital de los bancos centrales (CBDC) y vivir en ciudades 15 minutos. En definitiva, esa masa de estúpidos ignorantes se ha sometido y se someterá voluntariamente a todo lo que quiera el poder, y ante eso no hay nada que hacer.
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