La gente, en general, no cree que el
conflicto de Ucrania vaya a desembocar en la Tercera Guerra Mundial. Sin
embargo, yo no lo tengo tan claro. Y no lo tengo claro, porque tampoco nadie
hubiera creído -si se lo hubieran dicho- que iban a parar el mundo y encerrarnos
a todos en nuestras casas con la excusa de un “virus volador”. Si recuerdas, la
paranoia llegó a tal punto que, aparte de todas las locuras habidas y por haber
(toques de queda, uso obligatorio de mascarillas, pasaporte de vacunación, etc.),
lograron convencer a la gente para que se distanciase de su propia familia. Y,
para rizar el rizo, le dijeron que el único remedio era una “vacuna” que ni
inmunizaba ni protegía de ser contagiado. ¡Increíble! ¿Verdad? Parece una fantástica
teoría de la conspiración si no fuera porque lo hemos vivido.
Desde siempre el mundo ha sido gobernado
por la peor calaña y ahora no es diferente.
En los últimos tiempos, el imperialismo
anglosajón (léase RU y EEUU) se ha convertido en el más violento y sangriento
del planeta. Sus masacres, a lo largo y ancho del globo terráqueo, han acabado
con la vida de millones de personas. Desde las muertes ocasionadas por el
colonialismo británico durante más de 200 años en la India, pasando por las
guerras de opio en China, el genocidio maorí en Nueva Zelanda, la ejecución en
masa de nativos americanos, las dos bombas atómicas lanzadas sobre las ciudades
japonesas de Hiroshima y Nagasaki, más las guerras de Vietnam, Corea,
Afganistán, Irak, Libia, Somalia, Siria, etc. se han cargado nada más y nada
menos que a 350 millones de personas.
Este es el balance del genocidio orquestado
por los anglosajones, desde la creación de su imperio hasta nuestros días, con
el único objetivo de saquear las riquezas del planeta. Lo demuestra claramente
la demencia de sus líderes, que no ha cambiado nada desde entonces. De por sí, la
familia real británica sigue estando a la cabeza de este imperio asesino, con
la inestimable ayuda de la City de Londres, Wall Street, el complejo industrial-militar
estadounidense, las altas finanzas internacionales y los servicios secretos
como la CIA o el MI6.
Ahora, el plan que se viene desarrollando
desde hace más de un siglo, para establecer el poder de las altas finanzas
anglosajonas en el mundo, está en periodo de renovación.
Según auguran todos los analistas, la
gigantesca pirámide Ponzi, en que se ha convertido la deuda, no tiene otra
salida que una Tercera Guerra Mundial. Sin embargo, esa Tercera Guerra Mundial
no tendría que ser necesariamente como la primera o la segunda. Podría ser
nuclear, evidentemente. Pero también biológica, de IA, tecnológica,
psicotrónica, económica o basada en el hambre y la miseria.
Lo que está claro, es que la Tercera Guerra
Mundial, en la que tal vez ya estemos inmersos, será tramada y diseñada por esa
panda de oligarcas desalmados para satisfacer sus más oscuros deseos.
Es muy probable que la Tercera Guerra Mundial
consista en todo lo que tenemos hoy en día: una población estúpida como nunca
en la historia de la humanidad, destrucción económica deliberada, nuevas enfermedades
que proliferan como setas, más de 50 conflictos bélicos activos, elecciones
amañadas en todos los países democráticos, división visceral de la población, fomento
continuo del odio, vigilancia masiva mediante reconocimiento facial y sistema
de crédito social, cambio climático antropogénico, pandemias, dinero digital,
códigos QR, tropecientas orientaciones sexuales, educación paupérrima, vacunas,
veneno en los alimentos, deuda pública desorbitada, migración masiva provocada
y un larguísimo etcétera.
Pero vayamos al conflicto bélico que
actualmente más nos preocupa. Me refiero, obviamente, a la guerra entre Ucrania
y Rusia que, no nos dejemos engañar, es una confrontación encubierta
OTAN-Rusia. Evidentemente, existe la posibilidad, cada vez mayor, de que se
convierta en un conflicto más amplio, dado que la UE, con Macron a la cabeza,
está haciendo todo lo posible para que así sea. Si, como pretende la UE, Ucrania
utiliza armamento de la OTAN para atacar dentro de su territorio a Rusia, Putin
ya advirtió que entonces involucrará armas nucleares, donde el número de
muertos aumentaría de una manera exponencial. ¿Es eso lo que se pretende?
La
UE se ha convertido en un esperpento político-mediático que lo único que genera
es la indignación de sus propios ciudadanos. No ha habido ni un solo debate
sobre la injerencia de la UE en esta guerra. La decisión de enviar dinero y
armamento a Ucrania se ha tomado sin la consideración de la ciudadanía, y esto
es muy grave. Por eso es importantísimo dejar de apoyar a esta hipócrita UE,
que está arruinando nuestra economía deliberadamente. Aunque, sinceramente, creo
que tiene los días contados y, al final, le ocurrirá lo mismo que a la Unión
Soviética.
Si lo piensas, son sorprendentes los
paralelismos que existen entre la extinta Unión de Repúblicas Socialistas
Soviética (URSS) y la Unión Europea (UE).
Veamos:
-La URSS tenía una especie de parlamento,
el Sóviet Supremo, que ni pinchaba ni cortaba. Lo mismo ocurre con el
Parlamento Europeo, compuesto por 720 parlamentarios, donde el tiempo de
palabra está tan limitado que no hay manera de debatir nada.
-Los que verdaderamente tomaban las
decisiones en la URSS no llegaban a veinte personas no electas. Bueno, pues lo
mismo ocurre en la UE, que está gobernada por 27 personas que se reúnen a
puerta cerrada y no responden ante nadie.
-También comparten los mismos objetivos: el
objetivo de la URSS era crear una nueva entidad histórica, el pueblo soviético.
El de la UE el mismo.
En definitiva, La UE es el viejo modelo
soviético con alguna pincelada occidental. Sin embargo, al igual que la URSS,
tiene todas las papeletas para desaparecer de un momento a otro. Lo triste, es
que cuando fracase, que fracasará (no tenemos más que ver los resultados de las
últimas elecciones al Parlamento Europeo), dejará tras de sí una inmensa
destrucción y gigantescos problemas económicos, étnicos y sociales. Eso si
antes no se la lleva por delante una más que posible guerra con Rusia, donde
actores como China o EEUU no tendrían más remedio que intervenir, dando paso a
la Tercera Guerra Mundial y al exterminio de una cantidad ingente de personas.
¿Es esto lo que busca la plutocracia
globalista? Porque si no lo es, está poniendo mucho empeño en que así sea. De
hecho, uno de sus hombres más obedientes, Emmanuel
Macron, está, erre que erre, elevando el tono: pretende enviar tropas a Ucrania
y no descarta el uso de armamento nuclear contra Rusia. Evidentemente, una
actuación así, por parte de Francia, implicaría de inmediato en el conflicto a
la OTAN, con la más que segura iniciación de la Tercera Guerra Mundial.
Es inconcebible que los humanos seamos tan
irresponsables. ¿Cómo podemos millones de hombres y mujeres entregarnos al
capricho de unos plutócratas, que en un momento de euforia o frustración son
capaces de destrozarlo todo? Es una aberración monstruosa.
No debemos dejarnos engañar con cantos de
sirena, con patriotismo barato y con toda esa retahíla de buenos y malos. Si
quieren una Tercera Guerra Mundial, que vayan ellos a luchar. Ni una sola gota
de sangre del pueblo se debería derramar por satisfacer los caprichos de la
demente plutocracia y toda la caterva que le sigue la corriente.
¿Pero qué le pasa a la gente? ¿No se da
cuenta de que sin soldaditos no hay guerra que valga? Nadie debería enrolarse en
ningún ejército. Sólo así acabaríamos con tanta guerra inútil. Porque, al
final, las guerras son suyas, no nuestras: ellos se odian, desde el butacón del
salón de su mansión, y nosotros nos matamos en los campos de batalla. Por su
parte es de genios, la verdad, y de una estupidez supina por la nuestra.
Evidentemente, lo ideal sería que si son ellos los que se odian luchen y se maten entre ellos. Sin embargo, eso nunca va a pasar, es pura utopía, ya que esta gente tiene el control del mundo y, naturalmente, dispone de los mecanismos necesarios para hacer con nosotros lo que les dé la gana. Y si quieren que nos matemos en una Tercera Guerra Mundial, pues nos mataremos. Así de simple.
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